Un parque de atracciones de ínfima seguridad
Centrarse en uno mismo es bastante más
difícil de lo que puede parecer. A veces pasa que llevas mucho
tiempo centrado en ti mismo y estás tan aburrido que iniciarías una
partida de Jumanji.
Si añadimos exámenes, la reaparición
estelar de un ex y que tus ánimos vuelan a ras de suelo tenemos el
perfecto combinado explosivo para que pase cualquier cosa y como si
fuera una bomba, no sabes qué efectos exactos va a tener.
Si no has acabado bien y esto es
bastante difícil, sino imposible; vives en una eterna carrera con tus
ex. Esta carrera consiste en competir sobre quién acaba peor, es
bastante destructivo el hecho de que te reconforte que alguien acabe
peor que tú, pero la venganza lo es.
Entonces la hidra de Lerna sobre la
que ya escribí te ha vencido y quedas... Ya ha pasado mucho tiempo-(Tolkien lo dataría en la primera Edad de los Hombres o tal vez en el nacimiento de los Ilúvatar)-
han pasado muchos años desde que todo acabó mal.
Con toda esta leche fermentada
emocional, quedar con un ex, -(que aún te importa, claro)- es una
montaña rusa.
Cuando vas al parque de atracciones
tienes pensado ir para pasártelo bien, para pasártelo tan bien como
tú te imaginas. En el mundo real esto se llaman expectativas y son
muy traicioneras , peligrosas y una muy mala compañía cuando estás
haciendo equilibrios y malabares con tus emociones.
Mi atracción preferida siempre han
sido las montañas rusas; me divierten, me hacen gritar... Es una
descarga de adrenalina brutal, es una situación de peligro no
controlable que la mayoría de las veces me deja con muy buena
sensación. El corazón me late muy fuerte y eso me hace sentir viva,
sino me he mareado o no se me ha revuelto el estómago quiero más
viajes en la montaña rusa.
La magia es -(y no me refiero a
Hogwarts)- el no saber qué voy a sentir en ese viaje en montaña
rusa. Tal vez he viajado muchas veces en montañas rusas distintas y
en distintos países. Cada una con un trayecto y velocidad diferente,
pero cada viaje es como si fuera nuevo porque no sé qué nuevas
sensaciones va a despertar en mí algo ya conocido.
Para mí la magia,- por seguir con el
ejemplo-, de tener un gran amor es esa. Hay grandes amores que son un
trayecto recorrido muchas veces, pero que te dan esa sal y pimienta
en tu vida que a veces nos hace falta. Algo que veo, -pero no sé
ponerle remedio aún-, es que si nos falta, es porque no sabemos dárnoslo
nosotros mismos. Proyectamos en el otro -(en este caso un ex)- ese aliciente de vida que
necesitamos.
Si tienes que estudiar y además
tienes exámenes o simplemente quieres protegerte porque tienes
alguna cardiopatía en sentido literal o figurado; no debes ir al
parque de atracciones, ni mucho menos debes montar en la montaña
rusa. Aún así, sabiéndolo, lo haces y vas por soberbia. Vas al
parque de atracciones relatando en tu cabeza que él te ha dado una
invitación, que lo pasarás bien, que será divertido, que no te va
costar nada y por último el clásico ¿tienes algo mejor que hacer?
¿estudiar? Por favor, vida sólo hay una...
La cosa es que vas al parque de
atracciones con un ex y os subís al carrito para dos de la montaña
rusa. Tú, por confiada, te quitas uno de los cinturones de
seguridad; -ya has ido en montaña rusa, la seguridad es de novatos y
cobardicas- y también lo haces para dar más emoción al trayecto.
Os reís mucho, es todo muy divertido, vuelves atrás en el tiempo en
plena subida, el viento sopla muy fuerte aumentáis la velocidad...
Tú:
-¿Qué quieres de mí? Necesito
saberlo.-Disparas salsa de soja con una pistola de agua a su ropa,
(para que no quede violento y todo sea más divertido).
Él:
-No te entiendo, ¡qué bien me lo
estoy pasando contigo!
Empiezas a preguntarte por qué demonios llueven serpentinas y confeti ¿de dónde salen? Pero bueno es bonito, aunque la verdad parece que estás en un puñetero anuncio de compresas de onírico que lo ves todo...
Tú
-¿Qué pasó con nosotros? ¿lo has
pensado alguna vez? -ya estás divirtiéndole otra vez haciendo
malabares con pelotas de colores, pero es que no quieres ofender sólo
una respuesta del color que sea.
Él:
-Pasó el tiempo y lo he pensado muchas
veces...- él sólo tiene un matasuegras y lo sopla patéticamente,
al principio sonaba muy bien, luego fue como si se quedara afónico.
Tú:
-¿Qué quieres de mí? No es un
reproche pero me hiciste mucho daño, nunca sabrás cuanto, jamás
podrás imaginarlo...-Ya no eres dueña de tus manos, con una mano
haces malabares con pelotas de colores. Esas pelotas contienen años
vividos juntos y emociones. Con la otra mano disparas salsa de soja
que te regaló un tal Cupido en un bar, en teoría esa pistola
funciona, las manchas de amor son muy difíciles de borrar, difícil
no es sinónimo de imposible por desgracia.
Él:
-Quiero verte, no quiero
perderte...Quiero seguir quedando contigo, sabiendo de ti...-él se
ha cansado del matasuegras, empieza la mirada triste y esa vieja
melodía que tocaba con la armónica.
Tú:
-Tienes una novia ¿te va bien con
ella? -te sientes un poco mareada, empiezas a preguntarte cuanto dura
este trayecto en montaña rusa.
Él:
-Sí, ¡mira! Está justo ahí abajo
esperándome, te invité a venir hoy porque ella estaba ocupada en
las jaulas de loros. Está enseñando al resto de loros y cotorras a
montar en un mini-monociclo para la función del parque, es un puesto
muy importante. -Él sigue tocando la armónica, dibuja una mueca que
quería ser una sonrisa.
Tú:
-¡Ah! Es que me lo preguntaba por tu
insistencia...-Se te ha soltado otro de los cinturones de seguridad,
pero aún estás sujeta. Te sientes muy mareada, tu estómago lleno
de mariposas está lleno de gusanos de seda. Piensas demandar al tipo
que te vendió las mariposas, te dijo que no se convertirían en
gusanos.
Después la montaña rusa empieza a
darte miedo, las pelotitas de colores con las que hacías malabares
con una sola mano te rebotan una a una en la cabeza, te dejan
aturdida, se han caído al suelo, las has perdido. Pero piensas que
tal vez puedas volver a encontrarlas como siempre.
Aún te queda tu pistola de agua que
dispara soja, disparas a bocajarro, se ha roto el tambor y todo el
líquido que quedaba se derrama sobre tu cara y tu cuerpo...
Fin del trayecto. Se ha parado el
carrito. Él está eufórico, tú tienes muy mal cuerpo estás
mareada, tienes ganas de vomitar. Sólo querías pasarlo bien un rato
en la montaña rusa y ahora te encuentras mal. ¡Qué fastidio!
Él:
-Lo he pasado bien, me ha gustado este
parque de atracciones aún no había ido.-Toca la armónica más
fuerte.-Cuando vuelva a tener invitaciones te aviso... ¿Qué tienes
en el labio? Estás sangrando, ¿te has dado un golpe?
Tú:
-Estoy bien. -Y el Oscar a la mejor
actriz de escenas peligrosas es para...
Él:
-Mejor porque ahora no tenía tiempo de
ir a la enfermería, bueno me voy a la jaula de loros que llego
tarde.
Básicamente esta es la montaña rusa
en que te subes cuando quedas con un ex, lo bueno es que con los años
te quedas menos tiempo buscando pelotitas de colores de recuerdos y
emociones del pasado. Al principio, cuando te quedas sola buscando lo
que has perdido en el parque de atracciones tienes miedo porque está
muy oscuro y todo el mundo se ha ido, pero luego con los años ya no
tienes tanto miedo. También estás más acostumbrado a la salsa de
soja de la pistola de Cupido el del bar ya ni percibes el olor, es
algo que llevas contigo. Ese borracho cree que puede hacer que
alguien se enamore de otro alguien con sus pistolitas de agua que contienen soja; sólo
funciona una entre diez mil, pero el tipo las vende muy bien.
El caso es que que te vas herida y/o
sangrando a casa. Pero la responsabilidad es tuya, tú elegiste ir al
parque de atracciones y montar en la montaña rusa por aburrimiento,
por necesidad de emociones. Sólo tú eres culpable y no hay nada que
fastidie más a un incauto que no poder culpar a nadie.
Con los años me están gustando menos
estas “montañas rusas” y las heridas y golpes que me hago en
ellas. Cada vez curan peor. Si podéis no vayáis, no es muy seguro.
Tampoco preguntéis hoy en qué
invertir el tiempo de ocio porque me estoy curando de las heridas
sangrantes y los golpes que me dí en el carrito. Tengo un ejército
de Oompa-lompas bailando en mi cabeza, espero que se vayan pronto.
Por último, decid a mi secretaria que
no acepte invitaciones para parques de atracciones en una larga
temporada. También espero no aceptarlas yo o dejar de delirar... Será por
los golpes que me dí en la cabeza.
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