(Novio Drogadicto y Alcohólico)
“No puedo dejarlo” .“Lo he intentado, pero no puedo evitar volver”. “Le quiero demasiado como para dejarle”. “No sé por qué sigo enganchada a él con el daño que me hace”. “Ojalá ya hubiera pasado el tiempo suficiente como para no desear volver con él ni seguir con esto pero le echo tanto de menos...” “Estoy muy cansada, pero cuando estamos bien me compensa todo lo malo”.
Ser adicta a un adicto:
En el top 5 de hombres criminales
está, como dije ayer, el novio
adicto. Lo llamaré indistintamente “ene” de novio -(por la cuasi
homofonía con “eme” abreviación de MDMA), o “leaving” por
“leaving las vegas” -(“abandonando las Vegas” para los que
estudiamos con la LOGSE)- en honor a esta película que es un ejemplo
gráfico de la relación que mantiene una mujer que ama demasiado con
un alcohólico. Recomiendo verla desde esta perspectiva si os
atrevéis y tal vez os reconoceréis en las conductas de ella.
Cuanto
mayor es tu capacidad (patología) de amar (demasiado), mayor es la
posibilidad de emparejarte con un ene
por los motivos que ya expliqué ayer al final del post. En esta
línea argumental el ene
con el que se forma pareja tiene adicciones (es dependiente física y
psíquicamente) a sustancias tóxicas. Es toxicómano o
politóxicomano. Quiero decir que no estoy hablando de una adicto a
la comida, a las compras, o al tabaco. Estoy hablando de un adicto a
las drogas, al alcohol o al juego. Y otra vez, el número de
adicciones y toxicomanías suele ir en función de cuanto es capaz de
poner en juego la mujer que ama demasiado. Es decir, suele ser
proporcional -y perdonad que fuerce e invente esta construcción
lingüística- a “cuán demasiado” es capaz de amar esa mujer. Si
tú eres el súmum del amar demasiado, del entregar demasiado y de
prostituirte emocionalmente demasiado todo ello con el fin de no
estar sola cueste lo que cueste tienes todas las papeletas en la
“rifa del amor” -(por eso desecho el concepto de la mala suerte)-
de un novio que sea adicto a las drogas, al alcohol y al juego; un
auténtico leaving.-¿Por
qué conformarse sólo con una adicción pudiendo intentar
reparárselas todas a la vez? (cinismo evidente).
Para mí todo lo que escribo desde este párrafo es comparable -y me vais a perdonar la frikada- al tríptico abierto de "jardín de las delicias" de
El Bosco. De izquierda a derecha, en esta relación y su entramado,
tenemos como en los paneles del tríptico; el paraíso (de la relación idílica) o el jardín del
Edén, a la izquierda. En el panel central, el jardín de las delicias; la
lujuria (la pasión) y a la derecha el Infierno (las peleas, las rupturas de esta relación). Relacionarse así para mí es como
pasearse de un panel a otro, cada vez más rápido, cada vez doliendo más,
cada vez más muerto... Vuelvo a pedir perdón por la frikada, pero tenía
que contarlo.
¿Intenso
verdad? Perdonádme el vulgarismo, pero una relación así es una
montaña rusa de puta madre. Es una aventura trepidante, si no lo has
experimentado llorado, sufrido, disfrutado con la pasión que existe
en una relación así... Tal vez no puedas entenderlo. Nunca sabes
qué va a pasar hoy porque nunca sabes, en la ruleta de su
drogadicción, qué toca hoy: ¿el depresivo, el eufórico, el
apasionado, el agresivo, el tierno...?
La
química entre la mujer que ama demasiado y un adicto es hiperbólica.
Se atraen el uno al otro como imán y hierro. Absolutamente todos los
aspectos de la relación descansan en los extremos; lo bueno es lo
mejor del mundo: euforia, risas, orquesta, flores, confeti, sol. Y lo
malo es lo peor; drama, tragedia, vacío, dragones, abismos, frío de
muerte...
La
mujer que ama demasiado busca
intensidad y una relación
así ofrece un sinfín de posibilidades en cuanto a emociones
intensas, viscerales y pasionales. El sexo es apoteósico
(básicamente porque en estas relaciones manda la pasión enfermiza),
los momentos de intimidad parejil son tan tiernos que te conmueven
hasta el llanto. Cada momento juntos es una divertida y nueva
aventura, digo aventura porque una relación así tiene poco realismo
y mucho de romanticismo exacerbado- o más bien parnasiano diría yo. Creáis un universo para los dos que
nadie más entiende y dónde nadie más pueda entrar a opinar ni
participar. Lo vuestro es tan especial que nadie podría entenderlo,
estáis aislados
el uno en el otro y empezáis a invadir
cada uno los vacíos
existenciales del otro.
Claro, por tu parte; él te acompaña siempre (la mujer que ama
demasiado no quiere, puede, ni sabe estar sola) y él por la suya;
tiene asegurado poder seguir bebiendo o drogándose de forma cómoda.
Es decir, con una compañera al lado que le ayude si bebe demasiado o
si se pone demasiado -(mal).
Me va
a resultar muy difícil intentar que empaticéis porque hay que
vivirlo para saber qué es, pero intentaré explicarme con adejtivos.
Es una relación devoradora, placentera y dolorosa, es una guerra
entre el querer y el deber, un debate interno diario entre cabeza y
corazón, te posee, te atrae, te eleva a 3 metros sobre el cielo en
los orgasmos y te entierra a 3 metros bajo tierra en las broncas,
te consume, no puedes pensar en nada más, te engancha, te obsesiona,
te da súper-poderes y te los quita...
Si
discutes y él te deja en un acto temperamental en que la droga o el
alcohol le gobiernan la cabeza -(o por cualquier motivo que le brote
de su masculinidad ya que estos hombres son de todo, menos
coherentes)- llega el mono y
no me refiero a Chita. Empiezan para ti: la ansiedad, ataques de
nervios, los temblores, no poder comer, sufrir al máximo, llorar,
gritar, volverte loca, las pesadillas, no poder dormir, caída
libre... Sólo lo necesitas a él. -Sólo una copa más, sólo una
raya más... ¿no es cierto que se parece muchísimo lo que
experimenta la mujer que ama demasiado con lo que experimenta su
novio adicto?
Pero
él vuelve y todo el descenso al infierno de Dante que has vivido en
su ausencia se esfuma, y se escucha la primavera de Vivaldi en tu
corazón, una vez más... Tu amado amor siempre encuentra el camino
de vuelta a ti porque tú eres su camino-te dice-. Porque él te
quiere y te necesita y porque por ti va a dejarlo todo, eso te dice,
te jura, te promete. “No necesito más drogas que tú” -dirá en
un alarde de romanticismo urbano actual recién importado de Gandía
Shore. “Perdóname por lo del otro día, estaba borracho, iba
fumado... Sabes que te quiero, no puedo vivir sin ti”. “Nunca lo
he intentado pero contigo podré dejarlo, tú me das fuerza, necesito
que tú creas en mí como haces siempre, eres la única que lo hace”.
“Voy a cambiar por ti porque tú me haces mejor, sin ti estoy
perdido”.
¿Qué
pasada, eh? -pasada rima con putada y creerle con pringada, de nada
-. Lo va a dejar todo por ti, no más alcohol, no más tragaperras,
no más deudas, no más drogas... Tu príncipe (de las tinieblas)
quiere curarse por ti y será por fin el hombre que tú viste en él,
el que tú proyectaste. Tu soberbia y orgullo se están inflando y
elevando del suelo como el globo aerostático de Julio Verne y se van
al Caribe de luna de miel...
A los
dos días como mucho no puede más y vuelve a drogarse o a beber. Tú
te odias, piensas que te mereces todo lo que él te hace pasar porque
él lo ha intentado y tú podrías ser más comprensiva, mejor
psicóloga, mejor rehabilitadora... Sientes su fracaso como tu
fracaso porque en última instancia que él se mantenga limpio lo
sientes como un mérito propio... Para él siempre será culpa tuya
desde su punto de vista patológico y tranquila, que por fuerte que
seas, te lo hará creer.
Te
odia y se odia, te grita te humilla, te hace llorar, te echa de su
casa por vez número 877472872... Pero tranquila, no es definitivo,
volverá a por ti como siempre. Cuando esté relajado porque ha
tomado lo que necesita vendrá a por ti y te rescatará de tu
descenso al infierno y volverá la primavera de Vivaldi... Sí, esta
vez es la buena, esta vez él lo dejará todo de verdad y estaremos
bien, “no tengo que cabrearle y estaremos bien”, “tengo que
esforzarme más y apoyarle mejor y lo conseguiré, conseguiré que él
lo deje”.
Puedes
pasar así meses, años, tu juventud... Si quieres toda tu vida.
¿Quieres pasar así toda tu vida? -No,
pero tampoco puedo dejarle,
sólo quiero que él deje de beber de jugar y de drogarse, todo lo
demás está bien entre nosotros. No puedo perderle, no puedo
dejarle, le quiero, le
necesito.
“Soy
adicta a mi novio adicto”.
La
drogas duras como lo es un hombre así enganchan. Igual que una droga
o el alcohol, en muchos casos, las relaciones así te aíslan de tus
seres queridos. Te apartan de tu familia porque tú eras feliz
aislada en vuestro universo, te has apartado de tus amigos porque no
entendían ni respetaban vuestra relación. Esperaban que fueras más
resolutiva, que hicieras valer tu inteligencia para no dejarte
atrapar de tamaña forma y lo peor es que tú sabes todo eso, o al
menos lo estás empezando a intuir... Te has defraudado a ti y a todos los que te quieren... Pero desechas muy pronto esta
idea, quieres a tu novio adicto y vas a por otra dosis de vosotros, lo superaréis juntos. Superaréis
todo esto juntos porque os queréis y no hay nada más fuerte que eso
o eso te repites porque necesitas creer en ello y porque crees más
en vuestra historia que en ti misma. Vuestra historia te ha
engullido, te ha devastado como persona. Es más grande y más fuerte
que tú porque tú te sientes muy débil, sólo tienes fuerzas para
seguir con él y ayudarle con sus problemas...
Próximamente, cómo huir del jardín de las delicias y rehabilitarse.
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