Ya no me hago pequeña para que tú te
sientas más grande,
ya no adapto mi cuerpo al tuyo para tu
mayor comodidad.
Ya no soy feliz contigo siempre en la
oscuridad.
Ya no me contento con acusar de todo a
mi eterna ingenuidad.
Ya no me acuesto, ni me levanto
contigo, ni se me hace tarde.
Ya no encojo mi corazón para que no te
asuste su tamaño y te resulte así más adaptable.
Ya no maquillo tu engaño para
resultarte aún más amable.
Ya no me disfrazo ni de novia, ni de madre, ni de amante.
Ya no me disfrazo ni de novia, ni de madre, ni de amante.
Ya no escojo las palabras para no
asustarte.
Ya no elijo qué no decirte por aquello
de no intimidarte.
Ya no te rescato de tus infiernos y tus
demonios,
ya no deseo que sueltes vaso y cigarro
para asirme con fuerza.
Ya no deseo que desees vivir algo que
no sea una vida muerta.
Ya no eres el hombre que sólo yo he
proyectado en ti.
Ya no eres un sueño, ya no eres mi
única necesidad,
ya no eres mi única opción, ya no
eres toda mi felicidad.
Ya no ruego al universo que algún día
me ames,
Ya no espero que cambies,
ya no te miro expectante, anhelante
muriéndome por besarte.
Ya no vivo sólo porque hoy desees
abrazarme.
Ya no me prostituyo por tus estudiadas
caricias suministradas a cuentagotas.
Ya no lloro en las noches por ilusiones
rotas.
Ya no me absorbe tu mundo, ya no me
engulle tu angustia.
Ya no refuerzo tu amor propio, ya no
espanto tus miedos.
Ya no me repito tus credos, ya no te
salvo, ¡no quiero!
Ya no te lloro, ya no te extraño, ya
no me engaño.
Ya no puedes hacerme daño.
Ya no soy tu escudo, soy el mío.
Ya no te veo hundido y me sacude un
intenso y visceral escalofrío.
Ya no me preocupo de como me juzgará
por esto el gentío.
Ya no te regalo mi alma,
ya no te enseño cada día que en mí
tendrás tu ansiada calma.
Ya no sufro por tus lágrimas,
ya no colecciono rencores.
Ya no me duelen como propios tus
dolores,
ya no tiemblo cuando a escondidas me
muestras tus temblores.
ya no te pinto más la vida en hermosos
colores
ya no pago, ni cobro recibos por tus
males de amores.
Ya no soy la débil,
ya no vivo una vida estéril.
Ya no digo “no sé que quiero”,
Ya no me muero,
ya no me digo “no sé quién eres”,
ya no siento eso de: “no sé quién
soy”.
Desde que tú no estás tengo cada vez
más claro de dónde vengo y sobretodo a dónde voy.
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