“Estoy harta de que todos me dejen por otra”, “¿Por qué todos los hombres con los que salgo me ponen los cuernos?”, “¿por qué me sustituyen tan pronto que parece que yo no les he importado nada?”.
Puede
que llegue un momento en que pierdas la cabeza y no me refiero a lo
que le ocurrió a María Antonieta sino más bien a Juana la Loca,
preguntándote por qué puñetera conspiración universal todas tus
relaciones terminan igual (de mal). Puede que creas que se trate de
una cámara oculta, o de algo más esotérico; como un mal de ojo o
maldición gitana, puede que bromees acerca de que al igual que
existe un plan renove por sustitución de tu viejo coche, los hombres
hacen lo mismo en alguna parte con sus parejas...
Cinismos
propios aparte, la primera idea que yo he desterrado ha sido “la
mala suerte en el amor”.
Sé
que Cosmopolitan y nuestras bien intencionadas amigas nos venden este
concepto como ayuda y consuelo para entender lo ininteligible y
cuando tenemos el rimmel esparcido y deslizándose por los mofletes,
debido al llanto lastimero de que nuestro amor se ha ido con otra yo
compraría cualquier consuelo. Ésto me recuerda a la frase de la
siempre genial Carrie Bradshaw “no entres en ninguna tienda
hasta que no te hayas estabilizado emocionalmente”. Tiene toda
la razón, no es un buen momento para ir de compras (de ropa), yo una
vez en esas circunstancias, me compré una falda que habría
provocado que un editor de Vogue se quemara a lo bonzo. Ni tampoco es
un gran momento para comprar baratos consuelos emocionales como:
“tranquila, sólo has tenido mala suerte en el amor, lo mejor está
por llegar, te lo mereces”.
Hay
de todo en la viña del Señor y por eso existen en un mismo mundo
Punset y Belén Esteban. Este chascarrillo lo digo porque lo que voy
a contar no es una verdad universal, es una fácil generalización
sin mérito alguno. La
mayoría
(no todas) de mujeres a las que les ocurre lo narrado en el principio
del post (cuernos y sustitución) son: mujeres que aman demasiado y
que son madres de sus parejas. La actitud maternal gusta a los
hombres, pero es sofocante. Tal vez al principio le encantó que
fueras tan maternal con él, pero un día indeterminado se cansan de
eso y lejos de comunicártelo ya que no saben o pasan, empezó a
agobiarse de ti y a llenarse de resentimiento hacia todas tus
acciones maternales. Cuánto más agobiado está él y más se
distancia, tú como mujer que ama demasiado y “madre” de tu
novio Edipo, cada vez te acercas más, le invades más y te esfuerzas más.
No lo haces adrede, es tu forma de demostrar amor y eso lejos de
acercarle a ti, le aparta. Por tanto, opino que ningún hombre quiere
que tú seas su madre (todo el tiempo), ya tienen una (aunque haya
fallecido por desgracia). Con un margen de error del 0'1% me atrevo
a decir que si siempre te comportas como su madre tienes el 99'9% de
las papeletas para que se te rifen dos finales: cuernos, o que te
abandone y a los dos días lo veas con otra. “¿Por
qué?”-como
dice Mourinho, te preguntarás una y otra vez-. Pues simplemente,
porque salir con su madre es incesto y por muchos conflictos edípicos
que tenga tu novio, a las madres todos las queremos mucho, el
amor hacia
una madre es como el valor en el ejército “se
supone”
. Digo que se supone porque estos hombres no te demuestran que te
aman, es algo que se supone o que dan por supuesto. Por otro lado, a
las madres se supone que las queremos en el sentido de que no hace
falta demostrarlo porque ellas ya
lo saben por ser quién son,
pero nos
enfadamos
con ellas. Nos da rabia
que nos digan como son las cosas o cómo nos vamos a equivocar y por
último pero no por eso menos importante; tarde
o temprano nos independizamos de ellas.
Las
relaciones con los perfiles de hombres que una mujer que ama
demasiado forma pareja suele componerse de casi todos, o todos los
elementos que he subrayado de las relaciones materno-filiales.
Si
tu hombre Ikea es de los que busca una mamá (porque no la tiene o
porque no sabe cuidarse) y tú eres como una madre, eso saldrá bien
hasta que lo prohíbas desde; jugar a la play, a fumar porros cada
día, o le digas que no debe despilfarrar el dinero en salir o beber
porque tiene un piso que pagar, o que te gustaría salir a cenar en
pareja algún día en vez de estar siempre en casa...
Como
si él fuera tu hijo adolescente, se enfadará contigo porque le dará
rabia lo que le has dicho y pegará un portazo, o en el mejor
de los casos -sarcasmo- lo arreglaréis en la cama, hasta la próxima
reyerta...
Pero cuenta la leyenda
que un día, más tarde o más pronto, pero que a ti siempre te
parece más pronto que tarde, el príncipe Edipo se marchó a los
brazos de otra doncella, nada más abandonar a su esposa. Otra
corriente de historiadores cuentan que fue infiel desde siempre... Y tú, su
esposa, la reina Electra quedas anonadada, triste, desolada y
humillada frente a tu pueblo. Con el corazón echo pedazos rehaces tu
vida como puedes... hasta que apareció otro Edipo.
Si
ya te has cansado del cuento de siempre o de los que te cuentan ellos
y te han roto el corazón lo suficiente como para reaccionar y
hacerte preguntas tal vez te preguntes; ¿por qué todos mis novios
se parecen? ¿Se parecen mis relaciones con ellos en cuanto al rol de
él y al mío? ¿Por qué acaban todas mis relaciones igual?
De
manera inconsciente la mujer que ama demasiado escoge siempre
los mismos perfiles que hemos ido viendo. En vez de mentes
criminales, repite perfiles de “hombres criminales”
-chistaco-: cachorro abandonado, Don Juan, novio Ikea, Edipo...
Variantes todas ellas de un mismo perfil (habréis observado ya que
todos se parecen mucho entre sí); hombres dependientes y nocivos
para nosotras. Todos estos perfiles son los que de manera
inconsciente atraen a una mujer que ama demasiado como las moscas van
a la miel. Los detectamos y los elegimos. Es importante empezar a
aceptar que nosotras los elegimos, no somos sus víctimas. Yo soy
responsable de formar pareja con un hombre así
y de darme cuenta de que él es así.
¿Por
qué nos fijamos en hombres así y no en otros que nos den
mejor vida? (este fragmento para mí es el importante del post, todo
lo demás podéis dárselo de comer a los peces si queréis, pero
esto es lo realmente importante).
Normalmente,
la mujer que ama demasiado necesita que la necesiten, también
necesita rescatar y ayudar a su pareja, es su forma de relacionarse y
dar amor. (Es que
nos va la marcha, lo otro nos resulta aburrido, poco atractivo y nada
interesante). Eso la hace sentirse amada, útil y realizada. Ayudar a
su pareja, cuidarle y solucionar su vida cuanto más tormentosa y
complicada sea, mejor la hace sentir. Eso le da una gran sensación
de poder y de dominio sobre el otro. Es una gran tarea y una aventura
trepidante que ella no tiene en su vida.-Sé que este párrafo me va
acostar quedarme sin algunas amigas, pero bueno este blog ya ha
acabado con mi vida sexual en una ocasión así que no pasa nada, ya
lo contaré algún día-. A mí me dió mucha rabia y me escoció
mucho darme cuenta de esta realidad y reconocerla. Pero así es, a
las mujeres que amamos demasiado nos apasiona solucionar la vida de
nuestra pareja porque en la mayoría de los casos no tenemos ni
pastelera idea de cómo solucionar la nuestra. Arreglar la vida de
otro es más fácil porque lo hacemos con todos nuestros novios,
menos arriesgado (no es tu vida, es la suya), menos doloroso (esto
sólo se puede entender si alguien ha hecho terapia)...
Por
ejemplo: la mujer que ama demasiado se enamora del cachorro
abandonado porque la necesita por abandonado, del Don Juan porque
necesita ser salvado de su donjuanismo; nunca le han amado y ella lo
cambiará con su amor. Luego en última instancia, don Juan también
la necesita para ser feliz. Y el hombre Ikea... El hombre Ikea es el
súmum de todos. Es lo que Victoria Secret en cuanto a lencería. Ese
sí que la necesita, luego ese sí que resulta súper atractivo, el
hombre Ikea es un pozo de necesidad, hay tantas posibilidades en él,
tanto que hacer, que darle, que reparar.... Los problemas con las
drogas o el alcohol suman puntos -sarcasmo- en cuánto a su
atractivo. Me explicaré, el hecho de que tu pareja “deje las
drogas o el alcohol por ti” (cosa que por cierto no va a pasar
chicas, lo siento, vuelven a ello). Rehabilitar a alguien, como decía, nutre
nuestra soberbia, nutre nuestra autoestima, te produce un subidón
como el que a él le produce la sustancia a la que es adicto. Los
psiquiatras suelen decir que las parejas de adictos son
co-dependientes, es decir, dependientes (psíquicamente) de sus
parejas del mismo modo en que ellos lo son a las drogas o al alcohol.
-Pienso escribir sobre esto más adelante, es una amenaza que
cumpliré mañana.
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