Seré muy breve porque me juego algo
tan importante como licenciarme con un exámen que tengo dentro de
muy poco.
Pero tan importante en la vida como los
exámenes -o más aún- es el sexo, y ahora que he dicho la palabra
mágica para captar vuestra atención quería dedicar unas líneas a
comentar la erótica “nueve semanas y media” que vi ayer por
primera vez y de la que he reflexionado algunas cosas.
Hace poco hablaba con una amiga de la
terrible tragedia -de la que Sófocles no mencionó nada en absoluto-
que supone “el buen sexo en las relaciones destructivas o en las
malas relaciones” -el encomillado constituye un capítulo del libro
“las mujeres que aman demasiado” y no es una coincidencia que así
sea-. Estábamos de acuerdo las dos en que más allá de la calidad
de la técnica sexual, lo embriagador era esa... Magia,
ese sentimiento,
ese erotismo metafísico que el otro y sólo ese otro en
concreto con nombre y apellidos nos hacía sentir...
Por mi parte he recorrido bastante
camino hacia la recuperación -pero no aún el suficiente- para
admitir a regañadientes una realidad que me hará del todo
impopular. El buen sexo en las malas relaciones son los padres, esto es, una ilusión de nuestra mente. Me
explicaré mejor; es un espejismo adictivo, la pasión de las
relaciones destructivas es como tratar de zafarse de la arena en la
playa adherida a las manos, nunca se va del todo. Es muy difícil
dominar la pasión al grado de intensidad que siente la mujer que ama
demasiado. El espejismo es; ¿por qué con lo bien que nos va en
la cama luego nos va tan mal fuera de ella? Si nos va tan bien en la
cama es por algo. Porque juntos somos especiales...
Mi respuesta a la pregunta anterior es
-y tranquilas que a mí tampoco me gusta lo que voy a decir-; porque
intercambiamos el encuentro emocional e íntimo por el sexual ya que nos resulta más fácil y cómodo.
La parte emocional y de intimidad de la
relación se daña de gravedad muy temprano, pero en el sexo todo es
encuentro, “cariño” y “felicidad”. Por mi parte siempre he
desconfiado de todo aquello que dice un hombre al desnudo literal en
una cama o como decía Albert Espinosa: “siempre he desconfiado de
los “te quiero” y los piropos que me dedica una chica en la
cama”. Comparto absolutamente, siempre he desconfiado, pero también
he tenido todos los deseos del mundo de que “esa vez” fuera
cierto lo que me decía...
Así que es verdad; cuanto más
destructiva es la relación, directa y proporcionalmente más bueno
es el sexo. A los/as que os parezca un consuelo o una pasada esto que
acabo de decir, no sonriáis tan pronto. La cosa es que la "mujer que
ama demasiado” además de prostituirse emocionalmente; -(esto es
por ejemplo, dar todo el corazón porque te inviten a ir a tomar un
café pagando tú y no él)- acudimos en peregrinación al sexo para
solucionar todos los males de nuestra relación destructiva. Normal,
nos lo pasamos tan bien en la cama, seguro que si para solucionar
problemas de pareja hubiera que limpiar juntas de baldosa de rodillas
lo pensaríamos dos veces... ¿Para qué hablar o discutir pudiendo
hacer el amor y sentir al otro? Este parche alomejor a veces dura el
lapso de tiempo “nueve semanas y media” y a lo peor dura años.
Cada vez nos entregamos más, nos consumimos más el uno al otro en
el sexo. Pero post-coitalmente -(quién quiera, si lo piensa, que lo
admita)- te sientes cada vez peor porque empieza la ansiedad de
preguntarse cuánto tiempo va a durar esa aparente calma entre los
dos, cuándo habrá próximo encuentro. Eres esclava de la relación
y de él y sus deseos, pero como os lo pasáis tan bien, se te olvida
qué sientes al despertar sola en su casa y mirar alrededor, se te
olvidan sus desplantes y sus faltas de respeto porque el sexo es tan
apoteósico que lo vuestro tiene que ser mágico, tiene que ser
auténtico, tiene que ser AMOR.
Qué difícil es renunciar a esa
intensidad sexual que hace que en nueve semanas y media
parezca que conoces a tu amante de toda una vida, qué difícil es
zafarse y no prostituirse a
él emocional y sexualmente sintiendo y practicando semejante
atracción fatal.Pero difícil no es imposible.
Yo
personalmente, que he podido dejar de fumar, puedo testimoniar que
zafarse de la pasión destructiva no es nada fácil, pero cuando ya
has sufrido demasiado no tiras la toalla y sigues luchando contra eso
porque vale la pena labrarse una vida en paz y calma. Vale la pena la
garantía de saber que no es un juego el hecho de relacionarse en
pareja cuyas sórdidas reglas (del juego) sólo conoce él y luchar
por no vivir en una película erótica. Yo no digo que la película
no esté bien, pero en el fondo ella se conforma -(que no es poco)-
con el sexo pasional en un callejón porque él no quiere ir a ninguna fiesta con ella, no quiere hacer nada salvo acostarse con ella, no quiere
conocer a sus amigos... ELLA NO LE IMPORTA UN CARAJO. Y eso, más
tarde o más pronto aunque queramos engañarnos, lo vemos y sentimos
todas llegado el momento si es que alguna vez hemos tenido una relación así.
Yo no
había nacido cuando se estrenó esta película en 1986 pero estas historias
siguen pasando hoy. Y cuando pasan,-como me pasó con César-, a veces
tras nueve semanas y media hay que ser sensata y decir llorando como
dice Kim Basinger al final de la película: “demasiado tarde, me
estás destrozando y ya no lo aguanto más ¿no lo ves?”.
El
problema es que él, en ese momento y durante las muchas noches a
solas contigo misma que están por venir, se te queda pegado como la
arena de playa en las manos y te enreda con cosas como “no esperaba
sentir tanto por ti”. Y tal vez tú quieras aguantar más, una vez
más “a ver si esta vez”... Pero tranquila que a pesar de lo que te dice él no está solo, enseguida se irá con otra a superar tu "dolorosa" pérdida...
Cada uno decide cuánto y hasta
cuándo está dispuesto a seguir sufriendo. Y aunque es aburrido no
vivir en una película erótica porque en el mundo real hay exámenes
que aprobar, sin duda es más sosegado y mejor para la salud. Es
tentador vivir así o volver a una historia así, pero si ya sabes cuánto duele y de verdad has aprendido
dejaremos las películas para el cine, a él con su película erótica con la otra -(aunque duela mucho)- e iremos a aburrirnos un rato
estudiando.
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