Estaba sobre la máquina elíptica y
pese a que el sonido del mp3 llenaba mi cabeza con música que
incitaba a todo menos a pensar, la mente siempre sigue sus propios
derroteros.
Entonces pasó una chica, unos 22 años,
una mujercita de esas con mucho estilo, un estilo que trasciende las
lindes de ir al gimnasio con ropa deportiva, llevaba unos leggins de
estampado étnico como hechos para ella, y unas zapatillas negras de
deporte, similares a las tipo Victoria, muy especiales, jamás
vi a ninguna chica con unas iguales en el tiempo que llevo yendo al
gimnasio. Melena larga y negra, piel cetrina, no pasaba
desapercibida. Llevaba unas gafas de sol wayfarer colgadas del
escote de la camiseta.
Me gustan esas gafas en bastantes
personas menos en mí. Los años que hace que vivo conmigo misma y
como me cuesta aceptarme del todo físicamente... Pero no es eso, es
que a mí no me quedan bien, tengo cara de luna llena, nunca
menguante... Siempre la he tenido. Es curioso lo bien que quedan esas
gafas de sol a los hombres de mediana edad. Siempre me han parecido
gafas de padre. El padre de Tessa las tiene y le quedan de cine. Me
pregunto como les quedarían a los padres de jóvenes, mi padre
estaba guapísimo con las wayfarer, le quedaban
sorprendentemente bien ¿debió de tener esas gafas de sol de joven o
el modelo aviador?, ¿tenía gafas de sol de joven? ¿las usaba?
Entonces entra la imagen de él en la óptica, mientras mi hermana se
probaba las trigésimo cuartas gafas sin decidirse, él se probó las
wayfarer mientras yo le decía que eran el último grito, que
estábamos copiando a su generación en los estilismos. Hizo un gesto
gracioso, una payasada típica de mi padre para indicarnos que estaba
posando con las gafas de sol, no pude evitar decirle lo guapo que
estaba. Recuerdo la vergüenza que le daba que le dijeran algo así,
era bajito, motivo por el cual nunca se sintió guapo, como si eso
estuviera reñido con la belleza... Las gafas le quedaban muy bien,
mi hermana y yo estábamos tan convencidas que le insistimos en que
se las comprara pero él , como siempre, sólo quería caprichos para
nosotras no para sí, me preguntó si las quería yo... Pudimos
habérselas regalado, a finales de este mes sería su cumpleaños,
ahora ya es tarde. Siempre haciendo el payaso, era muy gracioso.
Recuerdo seguidamente que en el
hospital cuando le dieron la primera sesión de quimioterapia, se dio
un tirón en el pelo cuando le quitaron la vía, -(comprobando si ya
se le empezaba a caer, pero justo acababan de darle la primera
quimio)-. Yo le pregunté, que si se le caía el pelo a ver si
querría pañuelo o peluca. No por quedarse calvo, sabía que eso no
le importaba, no era presumido. Pero pensé que tendría frío en la
cabeza. Él, ni corto ni perezoso, cogió una toalla que había sobre
la cama, se la enrolló en la cabeza y me dijo: "yo con esto y unas
frutas encima a lo Celia Cruz" y puso los brazos en cruz imitando el
recurrente paso de baile salsero de agitar hombros y pecho...
Se ha perdido tantas cosas...
Voy a llorar, pero estoy en
el gimnasio por la tarde, hay mucha gente y buena luz, verán que
lloro sobre la elíptica. Como tengo un nudo en la garganta empiezo a
pedalear como si no hubiera un mañana, llego a las 175 pulsaciones
por minuto y me quedo ahí reprimiendo el llanto, pensando en por qué
he ido al gimnasio esa tarde, repitiéndome que si sigo pedaleando
estaré bien, que luego voy a danza africana, que me encantan las
trenzas de mi profesora y su sonrisa de boca grande. Y pienso en la
sonrisa de mi padre con la toalla en la cabeza, en una habitación de
hospital, al final de su vida, al principio de su muerte, pero
pedaleo más rápido para no llorar, para calmar la ansiedad. Pienso
que luego iré a bailar hip hop que la música me gusta, que me
encanta, que no tengo ni puñetera idea de bailar, pero allí me
siento bien y formo parte de un grupo de personas. Somos mucha gente
y todos escuchando la misma música, todos bailando a un mismo son.
Quiero irme a casa pero me recuerdo por qué he ido al gimnasio.
Pienso en Million Dollar Baby, siempre pienso en esa escena de
la película cuando no puedo más en el gimnasio, sentí mucha
empatía con ese momento.
“[...]Mi padre murió y mi madre pesa 142 kilos, si pensara con claridad volvería a casa, me buscaría una caravana y me compraría una freidora y galletas. El problema es que sólo me siento bien con esto, si soy demasiado mayor ya no me queda nada, ¿es suficiente realidad?”
Quiero irme a casa pero no
debo, hoy me he prometido tres clases, mi lado salvaje pide venganza
por la muerte de mi padre, pide expresión física, los ritmos negros
de danza africana me sintonizan con mi lado salvaje, esa música
tiene un efecto de comprensión sobre mis emociones que me lo dan muy
pocas cosas y personas, tengo que ir a esa clase o me daré a las
fresas con chocolate en casa y a pensar en lo puta que es la vida por
quitarme a mi padre mientras mi madre ronca dos paredes más arriba
que en la que yo engullo fresas en bata y pijama. Me repito que no
hay soluciones fáciles a problemas difíciles y que el movimiento lo
estoy demostrando andando. Una parte de mí, la gruñona Rotenmeyer,
me dice que de todos modos de nada sirve lo que hago en el gimnasio,
que mi padre está muerto, que la vida es una mierda... Pero la otra
sigue a 175 pulsaciones y no piensa dar tregua. Además voy a ir a
danza africana y además luego a bailar hip hop. He hecho cosas más
difíciles que resistir a llorar en el gimnasio, mucho más. Llevo 55
minutos corriendo sobre la elíptica he notado que la chica de al
lado me miraba pasmada tratando de disimular, también un joven que hacía abdominales llevaba un rato mirándome...
Me voy a danza africana y lo
doy todo pese a que estoy cansada, deprimida, nerviosa, inquieta por mis pensamientos. No tengo ganas pero estoy
sonriendo, me sale solo, ¿será verdad lo que dicen de las
endorfinas? Segunda clase superada, aun quiero irme a casa. Nadie se
puede imaginar como me siento ni entenderlo, no hay mucha gente de mi
edad sin padre y con una madre que salvar, es una situación que
ocurre a los cuarenta o cincuenta. Por eso mi hermana acostumbra a
llamarme vieja.
Va a empezar la tercera
clase, la haré y me iré a dormir, no quiero saber que el mundo
existe sin él.
Entonces entra un aluvión
de gente en la sala, mucha más que habitualmente. Voy a hacer algo
nuevo, me voy a poner en primera fila. Me da vergüenza, en primera
fila todo el mundo puede observarme, observar mi cuerpo y sus
defectos, tengo el espejo delante. Los espejos son los enemigos de
las personas que no nos aceptamos, me cuesta enfrentarme a los
espejos, y en el gimnasio más. Pero voy a aumentar la dificultad del
momento y a aguantar el tipo en primera fila. Mi Rotenmeyer interior
me recuerda que bailo arrítmicamente, que no tengo ningún talento
ni estilo para el baile, que no es lo mío y que en primera fila todo
el mundo me verá errando mientras bailo. “Igual hasta se ríen de
ti, mejor vete atrás” me espeta. Yo paso de ella, estoy tan triste
que ya ni me duele que me recuerde que soy un pato mareado bailando.
Están entrando todos los
profesores de baile en la sala, la de africana que ya estaba dentro, el de hip hop, la de moderno, la de
danza oriental y bollywood...
-Oye perdona ¿hay alguna clase especial y yo no me he enterado?-le pregunto a la chica de detrás mía.
-Sí, hoy es la master class de zumba.
“No vas a resistir, no has
hecho zumba en la vida. No te vas a sentir mejor por quedarte. Vete a casa, no vas a estar más guapa ni
esbelta por quedarte. Siempre serás graciosa, no pidas más. Por lo
menos ten vergüenza y vete atrás para que nadie te vea, delante se
ponen los que saben y las guapas que hacen de un grácil movimiento
de brazo un paso sexy”.
Mi mitad sana piensa en irse
a casa también, Rotenmeyer la está tratando de contagiar, me teletransporto,
en casa estará todo por hacer, todo como lo dejé. Estará todo
oscuro, se oirá el televisor, mi madre estará en la butaca
roncando, da igual que sean casi las ocho de la tarde... Entonces me
dice: “¿te vas a ir a casa para ver eso?, esto es una nueva
experiencia ¿por qué no la pruebas y luego ya me dices que no
puedes y que no te gusta?”. Le doy la razón a mi parte sana y
mando a Rotenmeyer a rezar el rosario un rato, con su chal de lana y
su moño.
Observo en rededor, somos mucha gente, espero que no me miren, todos
disfrutando de la misma música; una música que invita al
movimiento, a bailar, al ritmo, a sentirse vivo. Los profesores están
animando a toda la clase llevando la batuta del baile. Me sorprendo
de captar casi todos los pasos y poder reproducirlos, para mí es
importante porque no me he marchado, me he quedado y me he atrevido a
colocarme en primera fila; el lugar de las guapas y los/as que saben
de qué va la clase en cuestión. Pienso menos en mi padre, motivo
por el cual prefiero las clases dirigidas a dedicarme a pensar en la
sala de máquinas.
Me siento muy bien de
repente y estoy tan agradecida de sentirme así por fin que me
emociono y se me saltan las lágrimas pero sigo bailando porque
llorar en público aunque ahora sea de alegría, no me gusta.
¡Bien! un día más lo he
logrado, al menos me queda eso para mí, si me hubiera ido a casa, si hubiera cedido a Rotenmeyer no habría podido participar de esa clase grupal de zumba, ni de las divertidas risas de mis profesores.
He tapado la boca un día más a todos/as los que me insisten en que debería tomar antidepresivos o tranquilizantes. Es muy importante para mí no haber caído en las redes de los primeros, me siento muy orgullosa de sobrevivir sin ellos de haber sido fuerte para ir en contra de todos (familia incluída) los que me decían cosas tan constructivas como "si los tomaras ya te habrías licenciado". Me enorgullezco de no caer en la solución fácil al problema difícil. Un día más he hecho algo sano por mí y por mi cuerpo. Un día más no me he refugiado, en beber, fumar, comer, salir sin ganas, en un amor de pacotilla por no estar sola, en comprarme mucha ropa y calzado que no necesito u otros cuatro bolsos más y pastillas para dormir. Un día más he sido luchadora, fuerte y valiente y mañana más de lo mismo.
Me siento feliz de no rimar
tristeza con cerveza como antes, de ir contracorriente, de pelear por lo que
creo que es enfrentarme a mis poderosos demonios y no caer en los
refugios fáciles que conozco tan bien. Esos refugios que atrapan,
que no te sueltan, que están muy cerca. Los conozco bien me quedé
unos años en ellos y cada día, cuando hago deporte pienso en
“million dollar baby”, pienso en por qué no voy a volver a esos
falsos refugios. Para la tristeza no tomo prozac, ni valium, ni
diazepan. Tampoco soy de esa gente de “bueno, solo es media
pastilla” y eso es importante para mí. ¡NO! Ni una pastilla ni
media para reír químicamente, quiero hacer este camino nítidamente,
en lo bueno y en lo malo. ¿Qué pasa por arrojarse al suelo a llorar
el luto y gritar por qué puta jugada del destino mi padre no está
más en el mundo? No pasa nada, hay que ser valiente para romperse
así literalmente y recomponerse sin ayuda química, eso quiero hacer
y eso hago.
Para la tristeza tomo tres
raciones de gimnasio. Mucha gente me dice “es que yo no tengo
tiempo” pero “quien quiere hacer algo encuentra el medio, quien no
quiere hacer nada siempre encontrará excusas”. Es un paso difícil
el del deporte, yo me negué muchos años a darlo, siempre encontraba
excusas. Es la solución difícil, la que al principio da pereza,
pero cuando me atreví a cruzar eso y traspasar la pereza, las
excusas y de refugiarme en; "es que no tengo ganas de hacer nada”
encontré un aliado para no sucumbir al extendido consumo de “happy
pills”-(pastillas de la felicidad para los que somos de la LOGSE).
Mi aliado el deporte es el mejor refugio que he encontrado y no daña
mi salud ni mi economía como los demás. Me ayuda a luchar por ser feliz al natural.
12 comentarios:
Por lo menos..... Te queda el deporte!
Un besito, guapisima
Desde luego y no es poco :-) un beso.
Me ha encantado el relato, y como luchas por tu vida. Mucho ánimo, Julieta!
Muchas gracias anónimo, en estos momentos todos estamos luchando de una forma u otra. Me alegra que te haya gustado, un beso.
Me ha conmovido mucho tu historia...soy estudiante de la uib tb y hace poco más de un año perdí a mi padre que era lo que más quería. No "tengo" madre ni hermano que cuide de mi y tuve que salir adelante y como tú dices sin recurrir a la solución fácil. en mi caso me faltaba tiempo para ir al campus esport aunque estaba apuntada(he sido siempre deportista) pero me refugié en licenciarme y trabajar. lo conseguí y se que mi padre estaría orgulloso, igual que el tuyo por todo lo que haces. tu caso es digno de admirar y te mando todo mi ánimo. Es algo q nunca se supera y que no deja de doler pero no por ello hay que rendirse. un abrazo enorme y no dejes de luchar
Enhorabona!
Jo també som partidari de deixar la medicació com a darrer recurs en aquests casos. La força de voluntat com la que tu tens és molt important i si has estat capaç i has aconseguit fer això els primers dies, segur que ho podràs superar :)
També pens que l'esport és una bona teràpia per a moltes coses (la felicitat, sentir-se bé amb un mateix, l'autosuperació, dur una vida sana, tenir un oci no consumista...) Així que molts d'ànims i a tirar endavant!
Felicitats! crec que has fet molt bona tria decidint-te per fer esport per a sentir-te millor amb tú mateixa i carregar-te d' endorfines.He vist a moltes noies amb problemes parescuts al teu, soretot em recordo molt d' un cas d' una noia que vivia a Girona que també se li havia mort el seu pare.Aquesta noia en qüestió prenia prozac i altres medicacions fins el dia que va decidir fer el canvi i enaganxar-se de forma sana a l' esport.Ànims i segueix lluitant per passar el dol i tornar a estar bé amb tú mateixa.
Moltes gràcies pel teu comentari. Fa dos anys que duc a la pràctica tot el que he comentat a l'entrada. Estic molt contenta de que em recolzis en el fet de no haver volgut fàrmacs per superar això, de tot cor gràcies.
Moltes gràcies, jo pens que quan vaig perdre mon pare (al cel sia) jo només tenia 23 anys, es ben cert que era molt jove per perdre un pare tan jove, però també es cert que la humanitat sempre ha perdut els seus pares si fos res insuperable la societat mateixa seria una victima, més enllà una societat victimitzada i per tant una societat morta. Tothom em va insistir en prendre pastilles, però tan sols allarguen el problema i el camuflen creant a sobre de la desgràcia una dependència. Em va sembrlar un drama la seva mort, però una magnífica oportunitat per fer-me forta al preu que fós. Gràcies pel teu recolzament i els ànims.
Muchas gracias por tu apoyo, sin duda por lo que me cuentas comprendes mi dolor. Me alegro de que te hayas refugiado en algo positivo como el estudio (cosa que yo debería hacer más) y el trabajo puesto que ambas cosas son refugios sanos y no tóxicos como son los fáciles y recurrentes... Tengo que decirte que en mi caso hace ya dos años y pienso que sí es algo que se supera aunque lleve mucho tiempo. Si quieres ponerte en contacto conmigo por privado en facebook o twitter profundizamos en el tema. Muchas gracias por tu apoyo y ánimo a ti también.
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Hola Julieta. No te conozco ni te conoceré probablemente, pero quiero que sepas que me has hecho llorar... no he leído un blog en mi vida y por casualidad he llegado a este, que no conocía, he leído dos textos y me he echado a llorar. Nunca he perdido a nadie, mi padre vive, nunca he sentido nada de lo que dices hasta que lo he leído. Y ahora quiero decirte que lo siento, de verdad que siento de corazón que tu padre (estoy llorando), que tu padre esté muerto. No me cabe la menor duda de que vas a ser muy feliz porque aunque no te conozca ni te vaya a conocer, entre las líneas que escribes se entrevé una persona que tiene todo lo que necesita para serlo. Ahora voy a secarme la cara y a seguir estudiando; sólo quería decirte que hacía meses y meses que no lloraba y hoy lo he hecho por tu padre. Beatriz
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