Cosas que aprendo
Nunca es tarde para aprender cosas que
ya deberías haber aprendido. Cosas como que cuando tienes 26 años
no eres un bebé precioso de ojos inmensos, no todo el mundo te mira
con amor, te sonríe, ni te hace caso solamente a ti. No todo el mundo
está pendiente de ti de lo que quieres o necesitas, nadie se devana
los sesos en adivinarte porque ya eres adulto, ya no eres el centro de atención. He llegado a la
conclusión de que cuanto más te fastidia esta idea, más infantil
eres o por decirlo con amor que escuece menos; menos interiorizado
tienes este aprendizaje.
Otra lección de humildad es que cuantas más
atenciones necesitamos o exigimos de otros menos nos prestamos.
Necesitar tanto de los demás -que no responden ni cómo ni lo que
queremos- sólo es un genial indicativo de las atenciones que no nos
prestamos a nosotros mismos.
Tal y como hacían los hombres
prehistóricos mediante las pinturas rupestres pondré un ejemplo:
cuanto más necesitamos ser el centro de atención, que nos quieran,
que nos mimen... Más claro debemos tener que; debemos prestarnos
atención, debemos cultivar la autoestima y debemos mimarnos en
proporción a lo exigido a los demás, sin contar con nadie más que con uno
mismo.
“Si quieres una mano que te ayude la
encontrarás al final de tu brazo” y esto no es malo ni debería
ser triste sino que te da independencia. No está bien exigir a nadie
pero sí está bien expresarse para evitar úlceras de estómago
aunque te digan que no les importa. Hay que sacar lo que uno siente y luego ya es cosa de otro. Los sentimientos dolorosos como decía Shrek "mejor fuera que dentro, hay más espacio". Mi único julietaconsejo
para la expresión es que seas pragmático con respecto a quién te expresas, tal vez
sólo puedas expresarte con una persona, dos a lo sumo y a lo peor
sólo contigo mismo. Si decides expresarte debes poder asumir lo que
vas a escuchar, debes poder asumir una respuesta favorable o una
decepción sabor hierro oxidado. Si no estás dispuesto a asumir una
respuesta sabor óxido, el problema es tuyo y no de los demás. Otra
lección vital más. Sé que esto no hace que moleste menos, pero al
menos eres consciente y para otra vez puedes pensarlo dos veces antes
de abrir la boca con según quién. Si hablaste con quién no debías
de tus sentimientos es tu responsabilidad y no de los demás, tal vez
debas ser valiente para enfrentar la idea de que hay que desapegarse
de algunas relaciones o de muchas.
Hay que tener presente que no todas las
personas tienen siempre el mismo humor todo el tiempo que nos
acompañan en nuestra vida, ni están en el mismo punto vital que
nosotros y esto último es muy importante repetírselo cada vez que
nos sentimos ofendidos para no llenarte de rencor y rabia porque dan
dolor de estómago.
Algunas personas están en el punto
vital más feliz porque se casan, otras están reconstruyendo algo
sobre los cimientos del amor de sus vidas, otras están volcadas en
su relación, algunas te odian por cosas que has dicho o hecho y
ahora te dan tu merecido, algunas sienten que cada vez tienen menos
que ver contigo porque estás creciendo. Otras quieren hablarte pero
no quieren que te hagas ilusiones por si estás enamorada de él y
entonces no te felicitan. Otras tienen exámenes, otras prefieren
quedar con el amante de turno que dedicarte tiempo pero te quieren,
otras se han tomado unas vacaciones de ti porque les agobia tu
situación y no es su momento de crecer...
“Las relaciones humanas son
complicadas así que voy a comprarme un ficus benjamina que no da
problemas tan complicados”, esta frase solía decirla mucho en el
instituto y es el momento de elaborarla de otra forma.
Creo que lo he escrito alguna vez pero
lo que hacen los demás se nos escapa y no podemos controlarlo (o
manipularlo con exigencia) para conseguir que hagan lo que queremos.
Otra lección o cura de humildad que me he tenido que aplicar. No
obstante, si podemos controlar cómo lo vivimos porque somos adultos y
pretendemos madurar.
Últimamente he estado leyendo algo
sobre el karma, si bien es muy poco y no entiendo mucho me ha dado
para pensar en esto. Yo he elaborado mi duelo desde la ira o la rabia.
No podía permitirme sufrir porque tenía que ocuparme de muchas
cosas -menos de mí misma, cosa que no hice- así que me resultaba
más fácil alojarme en ese sentimiento y en vomitar sobre todos
aquellos de los que sentí su ausencia en el peor momento de mi vida.
Sobre todos aquellos que no se comportaron como yo quería. Esto es
lógico porque siempre resulta más fácil enfadarse que ponerse a
llorar y asumir el sufrimiento y dolor propios. Resulta más fácil
cargar contra los demás que pensar por qué me afectó de tal forma
como se comportaron, ahora ya lo sé y me esfuerzo en asumirlo. Soy
de la opinión que para llorar hay que tener tiempo y permiso, yo
durante más de un año no me di ninguna de las dos cosas.
En mi afán por ocuparme de todo menos
de mi duelo, perdí a bastante gente que encima eran de esa gente que
me quedaba tras la muerte de mi padre.
Hay una frase de la película Amélie
que me emocionó mucho “tus huesos no son de cristal, tú puedes
soportar los golpes de la vida”. Sí, pero hay golpes casi
insoportables.
Mea culpa.
En ese camino hice daño y me porté
muy mal con personas importantes -me refiero a amistades que no
merecían cosas horribles que hice. -A la gente que me dió de lado sin más ni
nombrarla quiero-hice cosas tan graves como; no ir a sus cumpleaños,
no alegrarme por sus alegrías, no celebrar sus logros... Fui y he
sido aún muy egoísta pero no supe -y prácticamente no pude en mis
circunstancias- hacerlo de otra manera. No pude ni supe soportar -y
aun me cuesta- que la vida sigue y que mientras yo cruzo lo peor
otros están en lo mejor, me daba mucha rabia esta idea o mejor dicho
me causaba demasiado dolor esa idea. No soporto las fiestas de ningún
tipo desde que en mi hogar se murieron, creo que en esta frase todo
queda claro. Debo aprender y de hecho ya sé que los demás no tenían
la culpa, otra lección. Pese a lo “arrastrada” que he sido en
las relaciones amorosas he sido demasiado orgullosa con algunas
amistades no perdonando, no disculpando cosas, no aceptando gestiones
de los demás sobre su vida y en especial sobre su vida amorosa, imponiendo mi punto de vista manipulando
en cierto modo porque quería que vieran las cosas como yo cuando "cada persona es un mundo" lleve yo razón o no. En resumen me he portado muy mal con algunas
personas, en todo momento tengo a una especialmente en mente pero fueron bastantes las personas damnificadas; lo
siento B. no me soportaba y lo pagué contigo aunque eso por
desgracia ya lo sabes. Pero realmente lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos y así, yo no podía perdonarme a mí por
necesitar que todos me miraran con amor, con compasión y que me
arroparan en el momento en que mi hogar murió y me quedé sin él.
El orgullo y la soberbia (dos defectos que tengo) no aceptan
necesitar cosas, exigen cosas y como no las recibe se indigna.
Necesitaba desesperadamente que alguien me ayudara con todo pero sólo como yo quería sino no vale, además también quería ayuda sin
darme ningún problema ni ninguna negativa cuando mi mundo se vino
abajo y eso sólo era porque no supe ayudarme a mí misma sin exigir ni manipular a los demás, me avergüenzo profundamente de muchas cosas que no he hecho y cosas que sí he dicho y hecho. Nunca debí exigir a nadie lo imposible desde mi arrogancia y mi soberbia, tan solo debí expresarme desde el dolor y la necesidad pero no fui valiente para hacerlo porque eso era asumir e integrar en la normalidad de mi vida; que mi padre había muerto y que aun así la gente se casa, la gente tiene vida sexual, la gente sigue colgada del tío que no le conviene, la gente puede decir "no" aunque se haya muerto tu padre, la gente se enamora y a mí me sale como el culo en el amor... El mundo no se para por nadie ni siquiera por él que era el mundo por donde yo caminaba...
Ahora por
suerte he cambiado mi comportamiento aunque siento que un poco tarde
como siempre. No pretendo excusarme, no tengo excusa, sólo una
explicación y es ésta que he dado, “me declaro culpable de todos los hechos”.
Como decía, el karma me ha devuelto lo
que hice con estas personas haciéndome pagar, dándome la
desagradable sorpresa de ver que gente con la que más o menos podía
contar va a ser que puedo menos que más. He logrado lo que me he ganado: sentirme bastante sola y aislada de gente que sí intentaron estar a su manera. Pero es que aunque hubieran estado he aprendido que los duelos se elaboran esencialmente a solas, en una soledad devastadora que sólo quién la ha cruzado entiende.
La lección más básica y que llevo con más retraso es: la gente, incluso la que nos quiere
dirá “NO” a tus ilusiones y eso no siempre significa que te
quieran menos. Le daré la culpa a mi padre, él nunca me dijo “NO”
a nada, no recuerdo ningún NO. Él como era muy bueno me decía que
yo me lo merecía todo y eso está fatal, nunca se puede tenerlo todo
y eso lo he tenido que aprender tarde y por mi cuenta. Es perfecto porque me han llovido "NOES" como panes en estos dos años y eso me ha servido para ver lo que me cuesta aceptarlos.
El contrapunto del "no" es que a veces hay personas que aunque estés distanciada de ellas o te sientas en distancia por tus propias "cagadas" te sorpenden con un "yo no he recibido niguna invitación", "cuando quieras y digas se hace" o tú pones fecha".
En conclusión, pienso seguir expresándome porque mi salud me lo ha exigido en las últimas dos semanas. Pero según con quién, reconozco también en este gran "mea culpa" que debo corregir el cómo me expreso, haciéndolo más desde la necesidad, menos desde la exigencia.
Mi temor a expresar algunas cosas era -por infantil que suene- "ponerme a llorar" o que me hicieran más daño del que llevo en la mochila, que no me entendieran, que lo usaran en mi contra... ¡Toda una gilipollez! Se sufre igual o más a solas, la gente a la que quieres puede hacerte daño, hables o no, así que hablar es lo mejor y evita trastornos psicosomáticos.
Besitos de una despechada rabiosa de pacotilla.