lunes, 7 de octubre de 2013

Reiki

¿Qué es Reiki?



       El reiki es -dicho con mis palabras- la Energía Vital Universal -cuya existencia, vaya esto por delante, no está demostrada científicamente pero en la que yo, que no soy nadie, creo. Se trata de una técnica de sanación milenaria redescubierta por Mikao Usui (un monje zen japonés). Todo en el universo tiene una energía que el reikista canaliza a través de la imposición de manos a otra persona. Mediante el acto de imponer las manos se pretende la sanación de la descompensación (si la hay) de energías en la persona receptora; si no hay descompensación también se puede recibir reiki para potenciar la relajación y el bienestar. 

      Todo el mundo puede dar reiki (si ha sido sintonizado por un maestro) y todo el mundo puede recibirlo en cualquier caso.

Pese a que se practica en muchos hospitales en pacientes enfermos de cáncer y de psiquiatría ,los médicos (en general) son reticentes a esta práctica que consideran paraciencia, placebo y creencia. Lo que sí es un hecho científicamente probado es que mejora el sistema inmunitario, es decir, las defensas. Otro hecho es la efectividad que tiene sobre las quemaduras.


Una mentira muy extendida y que ha hecho no poco daño a esta práctica es que el reiki cura el cáncer.-Sin comentarios.



      De mi familia fui la primera y única en saber que mi padre iba a morir inexorablemente como ya he escrito en otras ocasiones. Mantuve el secreto a salvo de mi madre y mi hermana para protegerlas, “piensa en qué haría papá y hazlo” -me repetía cuando tenía alguna duda (acto que he pagado en incómodos plazos durante casi 3 años).



Cercana la fecha de la muerte dí a entender a mi hermana que “tal vez” (yo sabía bien que no) nuestro padre no se salvaría, ella tuvo un ataque de ansiedad al momento. No dejaba de llorar, ni podía respirar, ni moverse. Yo sabía que iba a pasarle eso y a mi madre algo peor, motivo por el cual guardé el peor silencio que he guardado en mi vida. Tenía claro que mi madre se suicidaría tras la muerte de mi padre o bien, estaría tomando pastillas a perpetuidad sin poder moverse de la cama. Tenía claro que me quedaría sin padre y sin madre a la vez. Tenerlo claro no me restaba dolor ni ansiedad obviamente pero estaba ocupada... No deseo tanto mal a nadie como el que sentí ese mes...



En este contexto, fui fuerte porque ser fuerte era mi única opción. Sólo se lo dí a entender a mi hermana porque a mi padre se le acababa el tiempo y quería amortiguarles el golpe.



Estábamos (cuando mi hermana sufrió el ataque) con una amiga cuya madre es maestra de reiki desde hace años. Nuestra amiga Marta que estaba con nosotras en ese momento me dijo: “vámonos a ver a mi madre, yo os llevo” yo fruncí el ceño y me compadecí de mi amiga por creer en “esas cosas raras que hacía su madre”. “¿Qué cosas eran las que hacía? un día me regaló una piedra que no entendí pero era un regalo... ¿qué era lo que hacía?, ¿brujería?, ¿era santera?, ¿curandera?, ¿astróloga? Tal vez era una de estas personas que cuando una familia pasa por un calvario como tener a un familiar en estado terminal de cáncer trata de aprovecharse de su dinero, yo debía ir con cuidado. Por desgracia ha habido casos donde falsos maestros reikistas han hecho tales cosas. Eso me dije, primero porque nunca creí en estas cosas y no sabía qué me iba a costar la broma de ir a ver a su madre... No sabía a donde iba, ni qué era el reiki. Por respeto a mi amiga y a que esta señora era su madre y si la hija es buena, presumí que la madre también y que no se aprovecharía de nuestra situación, accedí. (Compadeciéndome de mi pobre amiga que cree en las cosas raras de su madre) -pensaba yo en ese momento-, a llevar a mi ansiosa hermana a su casa.

Cuento todo lo que se me pasó por la cabeza porque son muchos prejuicios que tiene la gente sobre este tema, la mayoría, como era mi caso, por absoluta ignorancia y desconocimiento.



Mi hermana no podía hablar así que expliqué la situación como quien narra una historia ajena a la madre de mi amiga, yo debía dar tranquilidad, yo no estaba teniendo un ataque y mi hermana sí. -También he pagado esta protección ajena en incómodos plazos de casi 3 años.



Mi hermana temblaba sobre la camilla, no podía respirar y lloraba como una persona de 21 años que intuye que su padre va a morir dentro de poco. Al imponerle las manos, la que hoy es mi maestra, sobre la cara (chakra del tercer ojo) mi hermana dejó de temblar y llorar de forma automática y cerró los ojos muy relajada. Sé que como prueba sólo tengo mi honor y mi palabra pero fue así y a mí me estalló en la cara todo lo que había prejuzgado a esa mujer a la que no conocía y sobre mi “pobre amiga” la que cree en las cosas rarunas que hace su madre.


        El hecho es que mi hermana se fue muy bien de allí y yo tras mi sesión, después de la de ella, me fui muy relajada. A mi yo escéptica se lo expliqué diciéndole que había sido por el incienso, la música y la tranquilidad que desprendía esa mujer y nada más. Sólo casualidad. Mi hermana durmió toda la noche, lo sé porque yo estuve despierta absolutamente incrédula.



       Mi padre murió ocho días después de mi primera toma de contacto con el reiki. Yo no creía en nada espiritual, ni universal ni en nada obviamente.

Cuando la vida te roba a alguien así es difícil conservar la fé y yo no podía conservar lo que nunca había tenido. Yo quería morirme pronto o dentro de un año en función de como fueran estando mi madre y mi hermana. Cuando ellas estuvieran mejor quería suicidarme, sabía como y donde y que nadie lo sabría. Simplemente no quería ni podía vivir sin mi padre. En mi mente tenía un gran sentido que mi padre viviera y yo muriera, él tenía una familia. Mi madre le necesitaba, mi hermana también. Tenía muchos amigos, se iba a jubilar ese año, tenía que ir a hacer el camino de Santiago, tenía que volver a vivir en su pueblo. Tenía que vivir. Mi vida era absolutamente prescindible, pensaba que mis amigos superarían mi pérdida pronto porque eran de mi edad. Nunca me había (ni me ha) ido bien en el amor así que mi vida no sería una pérdida para nadie, creía que mis padres vivirían por mi hermana, pensaba que mi muerte era lo mejor que podía pasarnos a todos y no deseo a nadie sentir así con 23 años. Si alguien debía morir de cáncer era yo y no él. Pedí todo ese tiempo que guardé el secreto que si había “algo superior” un dios, un equis que nos manejara a todos como piezas de ajedrez cambiara mi vida por la de mi padre. Lo poco que podía dormir, me iba a la cama repitiendo el mantra. “Me cambio por él, que me muera yo y no mi padre”, “me cambio por él...” Puesto que nadie superior, ni inferior, ni ninguna deidad, ni santo, ni ángel,ni mis familiares fallecidos me hizo caso en mis súplicas ¿por qué iba a creer en nada espiritual?¿qué en el Universo podía permitir que mi padre muriera joven dejando a dos hijas que lo amaban y a una mujer de la que estaba enamorado?



     Durante dos años tragué pena, dolor, miedo, rabia, desesperanza y ganas de morir. A mi estómago no le pareció bien ese menú continuado y en febrero de este año me dijo basta. Me detectaron síntomas de úlcera de estómago, finalmente tuve suerte y fue sólo una bacteria llamada helycobacter pilory y a la que le gusta vivir en la boca del estómago de gente que padece ansiedad. Tomaba diez pastillas diarias durante doce días. El médico me dio el alta después de ese tiempo y un mes después yo aun seguía sintiendo que alguien me había colgado un ladrillo con un gancho en el nacimiento del estómago, me dolía mucho y no podía comer de todo. El médico me repitió todas las pruebas dos veces y todo estaba bien, menos mi dolor de estómago, claro.



Hastiada de médicos, ecografías, gastroscopias y demás recordé a la madre de Marta tras haber asistido a una sesión de constelaciones familiares... Pensé en ir a verla, si me sentía mejor bien y sino habría perdido dos horas de mi vida, pero por probar que no quedara.



Me recomendó someterme a un tratamiento depurativo de 21 días y recibir 8 reikis con ella o quien yo quisiera. Yo para mis adentros pensaba “no sé ni qué hago aquí hoy así que imagínate venir 7 veces más”.



El dolor remitió pero no del todo en la primera sesión, al menos dormí sin despertarme por el dolor esa noche. Antes de irme me dio una piedra para que me la pusiera en el estómago cuando me doliera, yo en el coche al irme pensé: “pobre mujer... Cree en estas cosas hay gente para todo, es un poco raruna”.



Para decepción de mi yo escéptica, un día que salí a cenar y el dolor volvió muy intensamente, por desesperación, a las 3 de la madrugada vi la bolsita con la piedra y me la puse en la boca del estómago sintiéndome muy imbécil no os vayáis a creer. No hacía efecto, esperé... Unos diez minutos después el dolor se fue. Mi yo escéptica me dijo: “se ha ido solo, la piedra es casualidad”.



En esas ocho sesiones de reiki me pasó de todo y nada malo. El dolor se fue y no me importa a donde.



A día de hoy me siento muy feliz de haber cursado ya el segundo nivel de reiki y de la paz interior que me ha dado. Me arrepiento de haber sido tan escéptica y de no haber ido antes pero voy intuyendo que no era mi momento y que todo pasa por algo.

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