martes, 19 de marzo de 2013

Día del "no tienes padre"

-Así que es tu cumpleaños ¿eh?

-Estoy aquí celebrando que me he pasado otro año […] Mi padre murió y mi madre pesa 142 kilos. Si pensara con claridad volvería a casa me buscaría una caravana y me compraría una freidora y galletas. El problema es que sólo me siento bien con esto, si soy demasiado mayor ya no me queda nada. ¿Es suficiente realidad?



        Lo mejor de los días execrables es que se acaban y eso espero hoy. No necesito un día especial para acordarme de que no tengo padre, pero la “celebración” del Día del Padre sin Padre, es como un desierto sin arena.

No soy nadie para dar consejos y esto lo digo porque aunque suene fatal me he estado leyendo y he estado pensando en qué y cómo escribo, reflexionando y haciendo exámen y me he propuesto escribir de otra forma. He tenido la desagradable sensación -mientras me leía un libro de alguien que me recuerda asombrosamente a mi forma de escribir y expresarme- de que hay mucha parafernalia soberbia en lo que escribo. Es decir, podría haber dicho lo mismo, pero de forma menos chulesca. El primer paso es admitirlo, el último dejarlo dicen... He revisado eso y ya no me gusta. Como ya sabréis las personas soberbias lo somos para ocultar dolor, cuanto más dolor, más soberbia. No es porque seamos o nos creamos superiores, realmente nos creemos muy poco y nuestro mayor temor es que los demás se den cuenta de nuestro secretillo a cerca de lo poco que pensamos que somos. Nadie me ha dicho nada de toda esta autocrítica que me lanzo, supongo que por qué me quieren, pero en cualquier caso estaré al tanto de que mi vergonzoso afán de superioridad se vaya castigado al rincón de sentir porque ahí es donde la soberbia desaparece, en el rincón de sentir qué me pasa.



      Toda esta introducción como podéis sospechar es porque me resulta muy difícil. Como decía no soy nadie para dar consejos, pero quiero compartir algo que aprendí a los 21 cuando murió la madre de Alejandro. No esperéis para decir “te quiero”, yo nunca se lo dije a él, hasta que murió su madre. Sí, ya lo sé, yo, la más pastel de los pasteles azucarados con topping de fideos de colores no dice “te quiero”, sólo diré en mi defensa que lo demuestro con creces, es para lo poco en esta vida que no hablo demasiado, para demostrar a alguien que le quiero...



Me encantaba el cohete. Yo estaba arriba del todo, tú estabas justo ahí abajo, yo te miraba y gritaba:"¿me ves? ¡Mira lo que hago!". Desde aquí abajo ahora me pregunto si me ves y si ves lo que hago.
       Hice todo lo que pude por mi padre y más de lo que debí pero me siento culpable. A veces la culpa me deja divertirme un poco pero enseguida viene a recordarme (como si lo olvidara) que mi padre ha muerto. Que yo tenía un padre muy bueno y ya no lo tengo y a recordarme que me siento bastante “perro abandonado en la autopista”.

Hay personas que tienen padre como requisito meramente biológico y ontológico y sus padres viven. Hay padres que no quieren a sus hijas, ni a su mujer, o que las abandonaron y viven y diría me da mucha rabia, pero si fuera honesta conmigo misma admitiría que lo que me da es mucha pena. Me da mucha tristeza haber perdido a un padre tan maravilloso como el que tuve la suerte de tener y me da mucha tristeza todo lo que se ha perdido y todo lo que haré sin él, tanta tristeza que gran parte de mí se ha quedado en las noches en ese hospital sin ningunas ganas de hacer todo lo que sigue a estar sin él. Mucha gente me dice “deberías dar gracias de haber tenido un padre así” y bueno, lo dicen como “date con un canto en los dientes” que otros no lo hemos tenido... Realmente agradezco a la vida haber podido tener un padre y haberle regalado toda clase de estúpidas cosas de cuando eres pequeño; como la original mano puesta en arcilla con un “para papá” (la guardó como un tesoro y me salió fatal, me daba hasta vergüenza dárselo, pero él la mostraba a todo el mundo, como si tuviera un Monet en casa) ,o también aquel llavero de un búho pintado por mí, artículos de menaje para la cocina (le gustaba cocinar), libros... Ya siendo yo mayor hacíamos algo especial toda la familia y ya no había regalos infantiles, aun así pasábamos tiempo con él ese día siempre. Pero desde que murió mi padre han muerto todas las fiestas en mi casa. No pasa nada, me lo tomo como algo literario e inspirador, todas las princesas pasan por situaciones difíciles como esta u otras... Se lo agradezco a la vida normalmente, creo que soy agradecida, pero cuando me expreso en estos términos no tengo ganas de estar agradecida porque estoy muy triste y con perdón cagándome en mi puta mala suerte de haber perdido a mi padre y lo último que me apetece escuchar es que “he tenido mucha suerte” o que “debería dar gracias”. Hay días que puedo fingir cordialidad, hoy no lo soporto, estoy triste y punto y no tiene solución. Tampoco pasa nada, dicen los que saben que hay que estar triste para después estar bien pero ¿dos años y dos meses? Tic-tac, tic-tac...



      También hay dos clases de personas, las que me ponen plazo: “ya deberías tenerlo superado porque ya hace dos años” y las que me sentencian a sufrimiento perpetuo “triste ya vas a estar siempre pero te acostumbrarás”. ¿Me acostumbraré a la tristeza? Qué maravilloso. Ahora me siento mejor... Me vale con mi miedo de quedarme así para siempre, no necesito ayuda externa, pero la gente así en general no cesan en ofrecerme este tipo de “ayuda” y comentarios... Vale sí, es la mejor intención de todo el mundo, nadie nace siendo psicoterapeuta, acepto barco como animal acuático y acepto torpeza como buena intención, no me queda más remedio. Es eso o relacionarme con plantas...



     Por suerte, últimamente he encontrado excepciones que me han dado; esperanza, aliento, espacio y respeto. Personas con las que hablar de cosas que ahora me apetece hablar, como cosas profundas, cosas con las que nutrirme y que me dan un poco de alegría más allá de las fresas con chocolate y películas de los 40 y 50.



     Me ha encantado cruzarme en este difícil camino a pie que estoy haciendo y con la pesada mochila que llevo, con gente que sabe hasta dónde puedo y quiero dar y hasta dónde no. Que respetan lo que quiero y puedo hacer y no me agobian, ni exigen cosas que no puedo hacer. Personas con las que compartir nuevas inquietudes. Este blog puede parecer una tontería, pero es “mi tontería”, es mi espacio donde escribir, y ser creativa y ellas me han animado mucho y me siguen animando. Este fin de semana me puse muy contenta cuando dos chicas que no conocía me preguntaron muy sonrientes si yo era la del blog”, pusieron cara de fascinación y me dijeron por qué para ellas “mi tontería” era especial, como lo es para mí. Parece ser que además de tener mi catarsis con la escritura, hay a gente que le sirve de algo lo que escribo y eso es algo que no esperaba y que me llena mucho.

He encontrado personas con las que poder hablar de cosas como “Reiki” sin que pongan la cara de: “pobrecita-se-le-ha-ido-la-olla-con-lo-de-su-padre-la-hemos-perdido”.

Personas con las que hablar de “constelaciones familiares” sin miradas reprobatorias ni de juicio de valor. Y estoy muy contenta de haber recibido más de lo que merezco, porque yo siempre juzgo a la gente, es un defecto terrible que va junto con mi soberbia y del que soy consciente desde que leí el libro de la chica que escribe como yo. De todos modos, siento que en los últimos meses he aprendido bastante más a callarme como forma de respeto cuando no me piden opinión y sobretodo para evitar la polémica porque no me llena como me llenaba antes, o mejor dicho, me he dado cuenta de lo que me consumía antes. Hablaba tanto que no podía escucharme, y ya que estoy haciendo introspección creo que el silencio es justo y necesario.

Encontrarme con todo esto me ha devuelto un poco la esperanza, pensaba que siempre me sentiría sola con mis nuevas cosas con las que llenar mi vida y que me dedicaría a escribirlas aquí. No habría pasado nada tampoco, he estado a solas con mi dolor mucho tiempo, habría podido seguir porque así es como uno se hace fuerte y así es como yo no me voy con el primer “vende motos” del lugar, pero me siento muy feliz de tener compañía para compartir cosas positivas que van llenando mi vida y sus vacíos.



    He empezado con un fragmento de million dollar baby que me impactó mucho. Toda la película es fantástica, me siento muy identificada y siempre me inspira a no dejar el deporte o a volver a él. Tengo muchos defectos, pero que soy una luchadora no se me puede negar. Lo que ocurre es que después llega el día del padre y me canso de pelear con todo, de esforzarme para salir, para estar bien, para estudiar, para acabar la carrera, para ir al gimnasio y no caer en la inercia del “dolce far niente i mangiare di tutto”... Estoy muy cansada y hoy no puedo más. Ya sé que los adultos se esfuerzan y no se quejan por sus esfuerzos, lo que me lleva a pensar que será que no soy adulta, o será lo que sea, pero estoy harta y hastiada.

     Salgo pensando en pasarlo bien como toda la gente a mi alrededor, me esfuerzo, participo y no lo consigo, no es como antes... No me divierto como antes. Miro a mi alrededor, en cualquier, bar discoteca, fiesta, en la playa cine y pienso de esta gente que bebe, se droga, se emborracha y liga ¿quién no tiene padre?, ¿quién a perdido un padre como el mío?, ¿por qué todos se divierten y yo no?, ¿volveré a divertirme? Sé que puede parecer infantil, pero no siento para que le guste a nadie.

Lo he probado todo, incluso también hubo un tiempo en que había un chico que me gustaba mucho y también me sentía culpable, obviamente no podía compartirlo con él porque un hombre de hoy en día de los que te quiere de bolsa de agua caliente en su cama pero sin compromiso, no quiere escuchar cuando vas a pernoctar en su casa, “echo de menos a mi padre, lo estoy pasando fatal”. Esos tipos esperan que vayas “echada de menos de casa”, ellos no tienen la culpa o él en este caso. Si algo aprendimos de Shakespeare en Romeo y Julieta es que “los momentos de dolor no son para hablar de amor” y hombres que sepan lo que es el amor, como yo lo entiendo, no he encontrado a ninguno... Gracias a no haber encontrado ninguno me he encontrado a mí y eso seguro que es para toda la vida así que no pasa nada tampoco. Afortunadamente he encontrado personas que no ven anomalías en que yo esté sola y a solas con mi proceso, en que esté soltera y libre antes que con cualquier “vende-motos” que sepa mandar whatsapps con premeditación, nocturnidad y alevosía. Aspiro a más que eso, y si tengo que quedarme sola, será un placer porque estoy en la más leal compañía (la mía), no es negociable lo que pido y a quién me quiera no le parecerá “demasiado” le parecerá normal. Los hombres que te dicen eres “demasiado...” en el fondo están diciendo, “soy muy poco” y sobretodo están gritando: “me siento muy poco y sobretodo mucho menos que tú y no lo soporto”.



        Cuando digo que lo he probado todo omito lo más importante y que por supuesto no he probado; acabar la carrera. Eso no lo he probado. Primero, porque no me apetece. Segundo, he perdido la ilusión por la que la empecé y por último, ¿qué sentido tiene terminar y avanzar sin mi padre? Asumir que no estará nunca más. No tengo ninguna intención de asumir semejante robo y menos hoy cuando todo conspira para recordarme que mi padre no está.

Lo más inteligente parece acabar la carrera y después montar un kiosco o huir a Costa Rica pero aquí no puedo quedarme más.



      En conclusión, no es necesario gastar o regalar cosas, si podéis pasad tiempo con vuestro padre, nunca sabéis cuando va a ser su último día del padre, la última Navidad, o su último cumpleaños. El tiempo pasado juntos es lo que os queda y no si la corbata era Ermenegildo Zegna o Zara. Haced algo especial, disfrutad mucho de ellos, no esperéis a tener una edad “X” para hablar de “X” con ellos, no pospongáis al verano el tiempo en familia, no aplacéis ese gran viaje que siempre habéis querido hacer porque aunque suene muy teatral, “nunca sabemos cuanto tiempo nos queda” o eso he aprendido yo con todo esto. El tiempo es algo que no se recupera y vale la pena dedicárselo a nuestros padres para tener paz, en la medida de lo posible, cuando nos falten.

3 comentarios:

dlopez dijo...

La vida fluctúa y yo también no estoy en el mejor momento. Tú pasas el día del padre sin tu padre, y yo paso el día de la madre sin haber conocido a mi madre.

Claro que es mucho peor perder algo cuando le has cogido cariño que cuando no lo has conocido, aunque ver el aprecio que le tiene mucha gente a su madre te hace querer sentir lo que ellos vivieron para llegar a tener ese aprecio y querer saber cómo serias si ella siguiese viviendo.

Si, la vida es una mierda, una cosa que pensamos cuando estamos por debajo de la línea de la alegría. La solución no es fácil, en tu caso la pérdida de un padre es de las peores cosas que nos puede pasar en esta vida. Es una cosa que no se llega a superar, pero sí que suele haber un momento en el que deja de condicionar tu vida.
Si conociste a tu padre lo suficiente podrás seguir manteniendo conversaciones mentalmente con él e intentar deducir que opinaría el de lo que te está sucediendo. Al igual que imaginarte donde estarás dentro de unos años y preguntarte que te dirías a día de hoy.

El aislamiento está bien para meditar una temporada, pero estamos rodeados de infinidad de individuos con los que tarde o temprano tendremos que interactuar. Todos somos muy distintos los unos de los otros, pero si interactuamos con muchos es más probable que encontremos a alguien parecido, con quien podamos compartir experiencias gratificantes.

Un saludo =)

Julieta decide vivir dijo...

Hola Dlopez, muchas gracias por tus sentidas palabras. Tienes mucha razón, yo pienso (quiero pensar) que todo es superable. Desde que existe la humanidad los hijos pierden a sus padres y por desgracia algunos padres viven la tragedia de perder a sus hijos, así que opino que debemos creer y esforzarnos por superar la pérdida, por integrarla en la normalidad de nuestras vidas, porque la pérdida forma parte de la vida, no hay vida sin muerte, ni muerte sin vida. Si la pérdida de nuestros padres fuera insuperable la humanidad estaría perdida, ya que más tarde o más pronto, como me ha tocado a mí, les perderemos todos. Creo que este difícil camino es un excelente entrenamiento vital y aunque me hallo triste, hastiada y exhausta a veces, no puedo tirar la toalla porque eso me defrauda a mí misma y debo recordarme que mi padre nunca se rindió, ni siquiera cuando apareció el cáncer. Muchas gracias por los comentarios que me escribes siempre, un saludo :-)

Marta López dijo...

Es realmente increible leerte, al leer puedo apreciar esa sensibillidad y sinceridad que te caracterizan. Solo soy alguien más que por casualidad llegó hasta aquí y empezó a leer, pero en mi opinión tienes un gran talento y considero que escribir bien, es emocionar, hacer que el lector se sumerja en la historia y que lo sienta. Y tú has echo que me emocionen tus historias.
Llevo algunos años intentando relatar una pequeña historia, y leer cosas así me empujan a escribir y escribir.
Un saludo y mucho ánimo.

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