sábado, 22 de septiembre de 2012

En las bragas de Bridget

“Ya deberías tenerlo superado”. Te lo dice todo el mundo y también tu cabeza. Es verdad y algo evidente, pero tus sentimientos tienen otros planes para tu fin de semana.

Se han acabado los exámenes y de qué manera... Así que no estás muy animada porque resulta que llevas dos días (seguidos) cruzándote con tu ex. Te lo cruzas casi a diario, pero si los exámenes te han ido mal y son dos días seguidos, drama.

         Cambio de persona narrativa para contar que cuando estoy de exámenes y me pasa algo así me siento como Bridget Jones y tal como haría Bridget, al acabar un nefasto exámen un viernes por la tarde voy al súpermercado. No me gusta mucho el dulce la verdad, pero estoy decidida a comprarme el libro de Grey que dicen que acompaña mucho y es un hombre digno de conocer y también compro helado para seis personas aunque yo soy una sola.
Entonces, al lado de este libro que me han publicitado mis amigas como erótico, en el súper, está la sección de autoayuda y ves personas que la miran y te dejas llevar por la tragedia... ¿acabaré yo así a su edad, un viernes por la tarde, mirando libros de autoayuda queso en mano? Yo llevaba el queso, lo de los libros de autoayuda no lo veo, no creo que un libro te ayude en nada, salvo “las mujeres que aman demasiado”, el cual ni siquiera sé si se puede catalogar como tal...
     Total que me siento un poco decaída porque todos los nervios pre-exámen se han alojado en mi estómago. Y encima dónde los libros, hay un espejo. -Otro drama-. A no ser que seas ángel de Victoria Secret- y yo desde luego no lo soy-, es muy difícil sentirte guapa o sexy en exámenes. Yo me pongo pálida, ojerosa, hinchada, con un aspecto de dejadez que detesto. Pero no esa dejadez grunge que resulta sexy en el Cosmopolitan de vaqueros rotos, labios rojos y melena de apariencia alborotada post-coitalmente para la foto. Es una dejadez bastante española que creo que a muchas chicas nos pasa.... Otro drama.
Me llevo a Grey, mis taciturnos pensamientos y a mi queso light de allí. Pretendo atracar la sección de helados sin que, por favor, me vea ningun chico guapo de esta guisa.
En la caja, un hombre de cuarenta y muchos me “hace caso” a través de su divina criatura, un niñito adorable de dos años que me ofrece patatillas. Yo me río interiormente.
Siempre he estado con lo que yo llama hombres-cromo. No por intercambiables, ya que son bastante exclusivos como villanos, sino porque son unos “piezas” bastante irrepetibles, casi dignos de colección por sus hazañas para conmigo. Motivo por el que suelo bromear con mis amigas de que el próximo tendrá un hijo y me lo ocultará, hasta que yo ya esté muy involucrada sentimentalmente en la relación. El querubín de dos años me ha recordado todo esto...
Con estos pensamientos del próximo amor que ha de llegar a mi vida me voy a casa con el desconocido Grey y el helado para seis en el coche. El lunes, la gordita Bridget será buena y volverá al gimnasio, pienso. Estoy dispuesta a no salir por mi dolor de estómago -pero quiero helado- y porque “no estoy para fiestas” últimamente, con todas las cosas que siento a la vez. Aún así me animo a mí misma diciendo que el fin de semana sólo ha empezado y que estaremos solos en casa mi libro y yo y puede que el libro esté bien...

     Como siempre, llegando a casa se aceleran las pulsaciones, puede que “el pasado” esté “esperando derrotado en el bar de siempre” como dice la canción de Rulo y la contrabanda. Hummm sí, genial ahí está, él camina hacia mi coche, vienen por mi izquierda un coche y mi pasado y yo tengo un ceda el paso,-qué ironía- me lo salto. Mejor eso que verle más de cerca y olvidarle luego en casa, como siempre, desde lejos.
          Hay días que no, hay muchos días que no afortunadamente. Pero hay días que cuando esto pasa aparco con el corazón desbocado y me siento enfundada “en las bragas de Bridget”. Llamo sentirse así a decirme: “definitivamente no salgo, me voy a casa a vestirme con un cómodo pijama, el recurrible moño casero y leer un libro o ver una película y comer helado”-llorar es opcional-. Un típico y tópico viernes de Bridget Jones pero en mi caso, en casa de mi madre y sin las bragas-faja de Bridget literales, pero sí metafóricas. Otro drama.

Yo lo he elegido. Esta frase viene a cuento para decir que yo he elegido quedarme en casa “en las bragas de Bridget”. Podría haberme esforzado por ponerme bella cual estrella y salir con mis amigos a pasarlo bien. Podría haberme puesto las siempre-sexys bragas brasileñas de intimissimi y salir a ver qué hay fuera y lejos de las bragas de Bridget. Pero salir y adoptar la pose de llevo unas bragas brasileñas sexys de intimissimi -metafóricamente hablando ya que no suelo comportarme acorde a que bragas llevo literalmente-, conlleva riesgos que no estoy dispuesta a correr.

No pretendo embriagaros con tanta braga, es que me hace gracia esta metáfora braguil y me gusta. Ya sé que: “lo debería tener superado” y que “ha pasado tiempo”. Además mis amigas no cesan en insistir en que conozca a otros hombres. -(Si supieran lo que siento por dentro cuando sólo pienso en conocer a otro hombre no lo dirían)-, dicen que tarde o temprano debo correr el riesgo de “ya no estoy en las bragas de Bridget, hola intimissimi, hola hombrecito guapo que me sonríes en la fiesta”. Pero no quiero saber nada de riesgos como hombres que hacen daño porque son adictivos para mí y para eso ya me han dicho que Grey hace daño, es adictivo y mola. Así que me quedo con él en las bragas de Bridget y mañana hablaré de las adicciones a hombres tóxicos, sus riesgos y por qué me gustaron tanto.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff qué identificada me encuentro, me han llegado mucho tus palabras, gracias por compartirlas.
Tú ponte con Grey que verás como te "sube" el ánimo
@nonilopezr

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