viernes, 14 de junio de 2013

Soy mediocre

Normal, ordinaria, común y corriente y pronto seré feliz.

Cuando empecé en la Facultad tenía 18 años...

Desde tercero de Primaria había querido estudiar Derecho, es más, siempre tuve claro todo lo que quería hacer en cuanto a mis estudios. Desde niña supe qué bachiller y carrera escoger. Siempre fui una niña adultizada.

En primaria, siendo yo muy pequeña, un día vino a clase la psicóloga del colegio a realizarnos lo que en mi absoluta ignorancia llamaré un “test de inteligencia o de cociente intelectual”. Al poco tiempo, mis padres me prepararon mi comida preferida -(macarrones con queso)- se avecinaba una emboscada en mi contra tal vez alguna vacuna pensé -yo odiaba las inyecciones- pero bueno, había ricos macarrones y mi padre me regaló unas postales del Rey León, pero no el de Disney, sino una imitación. Igualmente me encantaron las postales, sus colores captaron mi atención y pensaba escribir un cuento detrás de cada postal basándome en el dibujo... Me explicaron que me iban a llevar a una psicóloga, para repetir la prueba que me habían hecho en el colegio. Pensé si habría suspendido, pero no era un control y bueno, yo había contestado a todo y “mi señorita” no me mandó que lo repitiera...

Yo no quería ir a una psicóloga, en mi colegio iban los niños con dislexia o que necesitaban refuerzo. Yo no quería ser ni lo uno ni lo otro y quería escribir mis cuentos...

Me llevaron a casa de esa señora, compañera de trabajo de mis padres, recuerdo las escaleras, el calor que hacía y que me quitó las postales de las manos poniéndolas en un lugar de la mesa donde yo no podía seguir barajándolas ni mirando los dibujos...

Se me hizo muy largo, me preguntó muchas cosas, me enseñó muchos dibujos... Era muy pesada, quería irme a casa.

Después de eso estuvo hablando mucho rato con mis padres, yo sólo quería ir a ver “la aldea del arce” y "Alfred J. Kwak". Mi padre salió impertérrito, mi madre muy feliz y sonriente.



Mis padres al poco tiempo me explicaron por qué me habían llevado ya que yo sólo estaba preocupada por si tenía dislexia o alguna “enfermedad en el cerebro” como llamaba yo de niña a la dislexia.



Querían adelantarme un curso. Puede sonar a chiste pero no. Todos. Era un complot. Monté en cólera, monté un drama. Lloré y lloré y grité, no quería que me adelantaran un curso para no ir con mis amigos y amigas y quedarme sola con gente más mayor. Dije que dejaría de ir al colegio y que esa psicóloga era mala y estaba loca...

Después prometí ser muy buena si no me separaban de mis amigos y amigas, prometí no quejarme cuando me dieran alcachofas para comer...

Afortunadamente no me adelantaron ningún curso gracias a mi padre, pero me “castigaron” a hacer toda clase de actividades extra-escolares y poniéndome dos etiquetas imborrables. Inteligente y buena en idiomas. Desde ya me desetiqueto y paso, antes me aportaba algo llevar esos galones, los quemo, los regalo... Adiós. “Será muy buena en todo lo relativo al lenguaje y la comunicación”- buenísima, pregunta en la Facultad a ver qué te dicen sobre mis exámenes jajaja.



Desde aquel momento de mi vida ya todo el mundo creía y creyeron para siempre que yo era muy inteligente y que yo hablaría muchos idiomas, se me dijeron cuáles debían ser y que tendría dos carreras y sacaría las mejores notas. Se me consultaron los idiomas y se me permitió escoger carrera. Sí bueno, metafóricamente era un precio caro, pero pudiendo elegir carrera e idiomas, podía pagarlo a plazos.

Ante semejante expectativa me rendí y siempre luché por satisfacer a todo el mundo. Suspender era igual a fracasar, así me lo enseñaron entre todos, para mí no estaba permitido suspender que además era fracasar, si suspendía es que era vaga. Tampoco se me permitía bajar del notable sin ponerme mala cara por parte del profesorado, (y en casa mejor no hablar de qué pasaba) lo recuerdo perfectamente y siento una infinita compasión por mí misma y por la ansiedad y presión que sentía. Desde niña me mordía las uñas y muchas noches no podía dormir sobretodo si tenía examen... Recuerdo ser muy pequeña y levantarme a las 5 de la mañana a estudiar Conocimiento del Medio. Tenía pesadillas, en las que sacaba un Progresa Adecuadamente o un Necesita Mejorar. Era de esa clase de niñas que rara vez sacaban un seis y si lo sacaban lloraban en el baño del colegio a escondidas, con la ansiedad de pensar como se lo iban a tomar mis padres... La cara de la profesora no era de muy buenos amigos cuando yo obtenía un P.A y eso era un interesante avance de la ulterior reacción que yo habría de soportar en casa... Pero bueno eso pasó dos veces en toda mi infancia...



Siendo más mayor e instaurada por completo la creencia de que yo era “muy inteligente” y “muy buena en idiomas”. En tercero de la ESO nos obligaban a escoger para el siguiente curso; -(fingiendo que de esta manera nos orientaban hacia el Bachiller)- dos asignaturas obligatorias, una opción de matemáticas a escoger entre avanzadas o iniciales (fáciles). Yo tenía claro que quería hacer humanidades, soñaba con cursar latín y griego y traducir toda clase de textos y con todas las palabras nuevas que iba a aprender. Las matemáticas se me daban fatal y además no me gustaban, motivo por el cual obviamente iba a escoger la opción fácil de las mismas.

En mi solicitud pedía como obligatorias, -acorde con lo que yo deseaba cursar en bachiller-; música y plástica y matemáticas fáciles.



A punto de ser entregados los papeles a la dirección por una profesora, tutora de 3ºde E.S.O A (yo iba al B) ésta me llamó aparte, muy enfadada.

-¿Por qué has escogido estas asignaturas?

-Porque puedo elegir -le dije poniéndome chula, porque siempre he sido un poco chula- y porque quiero hacer el Bachiller Humanístico y las matemáticas y ciencias se me dan mal. -(Ella era la profesora de matemáticas).

-Tú tienes que coger Química y Tecnología o Química y Biología ¿Qué haces tú en música y plástica? ¡Eso es para la gente que no puede o que no quiere estudiar o que no vale como... (Citó nombres de compañeros y compañeras que obviamente no voy a dar).

Yo la interrumpí adrede, me estaba molestando lo que me decía, como justiciera odiaba cuando se denigraba a un/a compañero/a de clase. Le respondí disfrazando chulería de educación y falsa cortesía para darle más rabia, quería que se arrepintiera de sus palabras, era algo que ya se me daba bien y que quería explotar en la carrera... Pero no.

-¿Para gente que no puede estudiar? Pero profesora yo creía que usted y el tutor nos habían dicho que todos éramos iguales, que esto era sólo para orientarnos en función de nuestra preferencia en cuanto al bachiller, ustedes nos han dicho muchas veces que nada tiene que ver la inteligencia o capacidad de uno con la opción de matemáticas que escoja y ahora va usted y me dice lo contrario...

-¡Tú no vas a hacer música y plástica para estar sin hacer nada en todo el curso y viviendo de rentas! ¡¿ME OYES?! Hablaré con la Junta de evaluación personalmente y con la directora para que no te dejen cometer este despropósito, tú no pintas nada en esas asignaturas. ¿Sabes que los de matemáticas fáciles también hacen Lengua y Literatura castellana más fácil? ¿Con qué nivel vas a llegar al instituto? Pienso discutir esto con tu tutor y con el jefe de estudios, ya te puedes ir, siéntate.

-Mi tutor lo sabe y me apoya, buenos días.



Finalmente, mi tutor y profesor de Lengua y Literatura Castellana me persuadió de que me convenía realizar un mayor nivel de castellano para mi preparación. Me habló de latín y de Derecho Romano y me convenció.

Definitivamente no hice lo que quise, hice lo que todos esperaban, me situaron en biología y plástica en una especie de “ni pa' ti ni pa' mí” y en matemáticas avanzadas porque yo era muy inteligente y porque yo iba a hacer muchas cosas y muy grandes y por muchas tonterías más que me repetían los profesores en el colegio.

Mi paso por el instituto me da para un libro, así que me lo salto.

Ya había para mí una importante discordancia entre lo inteligente que me veían los demás y lo que me presionaban para que lo fuera y lo que yo era en realidad, pero nadie lo veía.

La vida me ha enseñado durante mucho tiempo que soy mediocre y normal. Sólo me gusta hablar bien y eso no me hace inteligente, pero sí hace que alguien crea que lo soy. Iba a decir que siento si causo decepción, pero no puedo corresponder a todo el mundo, así que aunque decepcione mi mediocridad podré vivir con ello y con ella y creo que más feliz que nunca. Ojalá todo el mundo lo hubiera visto en su momento, o al menos y lo más importante, ojalá yo lo hubiera visto antes. Me habría ahorrado muchos sinsabores, mucha ansiedad y frustración.



Mañana más.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Julieta me encantaría que contarás experiencias del instituto, te lo ruego.
por otra parte, creo que si eres especial, bastante, si me permites la osadía.

Un lector

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