Me gusta el hombre que me trata bien,
el que me pregunta "¿cómo estás?" Y sabe cuando omito la verdad.
El que me alza la mirada sosteniendo mi cara por el mentón para mirarme y ver que algo no va bien sin explicaciones. El
que me acaricia el pelo porque sí, porque le apetece y no como
requisito precoital.
El que estando en público no necesita estar pegado a mí cual lapa de roca para demostrarme que sólo está conmigo, aunque estemos rodeados de gente. El que dialoga conmigo en miradas. El que aprecia a otras mujeres y las ve en todo su esplendor pero me sigue escogiendo a mí, ya ves tú, porque no siente lo mismo por otra.
El que estando en público no necesita estar pegado a mí cual lapa de roca para demostrarme que sólo está conmigo, aunque estemos rodeados de gente. El que dialoga conmigo en miradas. El que aprecia a otras mujeres y las ve en todo su esplendor pero me sigue escogiendo a mí, ya ves tú, porque no siente lo mismo por otra.
El que me cosería un botón de la
camisa porque estoy muerta de cansancio después del trabajo y la
necesito para la reunión de la mañana. El que sabe cocinar y le
guste hacerlo para mí. El que no le dé vergüenza estar enamorado y
demostrarlo.
El que sepa tener plantas en casa y cuidarlas.
El que merezca conocer a mi niña interior y hacerla sonreír y no quiera hacer otra cosa con ella que hacerla muy feliz. El que le guste viajar y vivir aventuras conmigo. El que le guste leer. El que no necesite demostrar todo el rato lo hombre que es porque está plenamente seguro de su heterosexualidad y no necesita exhibirla contando las mujeres que han pasado por su vida -o peor aún-, por su cama.
El que sepa tener plantas en casa y cuidarlas.
El que merezca conocer a mi niña interior y hacerla sonreír y no quiera hacer otra cosa con ella que hacerla muy feliz. El que le guste viajar y vivir aventuras conmigo. El que le guste leer. El que no necesite demostrar todo el rato lo hombre que es porque está plenamente seguro de su heterosexualidad y no necesita exhibirla contando las mujeres que han pasado por su vida -o peor aún-, por su cama.
El que sea capaz de abrazarme de
verdad, con toda su alma, sin llevar puesta y sin ser “un caballero
de armadura oxidada”. El que sea un amante generoso y le guste
hacerme disfrutar.
El que me haga sentir Marilyn Monroe
cuando yo me siento Marilyn Manson.
El que no me compare nunca con otras.
El que conozca todos y cada uno de los puntos cardinales para destruirme y nunca
los ataque.
El que pueda ser cómplice de que otros
me deseen pero que yo sólo tenga ojos para él.
El que no se canse de escucharme hablar
de anécdotas de mi padre aunque sean repetidas porque es cuánto me
queda de él. El que no me ponga cara de
soy-un-niño-asustado-por-tu-dolor-cambiemos-de-tema cuando le cuente
algo doloroso de mi pasado.
El que no muera de miedo si me pongo
enferma o gravemente enferma. El que sea valiente para enfrentarlo
todo y vivirlo todo juntos y lo elija libremente.
El que tenga amigas y por tanto conozca
el sentido de la amistad con una mujer, más allá de esos que
entienden amistad con una mujer por; sus ex, sus antiguos rollos o
sus proyectos de cópula para cuando dejan a la novia.
El que me anteponga al mundo si el coche me deja tirada porque esas cosas me ponen nerviosa.
El que celebre mis logros personales y profesionales conmigo y se alegre por ellos. El que pueda asumir mi inteligencia emocional y no se sienta amenazado por ella.
El que desee despertar y dormir conmigo mientras la vida nos lo permita y creamos que tiene algún sentido compartir nuestras vidas juntos.
El que sienta que dormir juntos es
especial y no rutina.
El que le gusten los niños y los
ancianos. El que sea un buen padre y por supuesto, un buen hijo.
El hombre al que le guste una mujer y
no las niñas perdidas.
El que pueda dejar encerrado en una
habitación con luz tenue mientras Shakira le baila el waka-waka o la
danza de los siete velos porque confío ciegamente.
El que no cambie un beso mío por el de cualquier ángel de Victoria's Secret.
El que no cambiaría jamás a la mujer más explosiva que pueda tener a su alcance por mis manos quitándole la ropa.
El que no cambie un beso mío por el de cualquier ángel de Victoria's Secret.
El que no cambiaría jamás a la mujer más explosiva que pueda tener a su alcance por mis manos quitándole la ropa.
Por todo esto siempre digo que me gustan los hombres, no los chicos.
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