Hace demasiado tiempo que no
descuartizo una película Disney desde aquella entrada de hace más
de un año.
Ya comenté en su momento que todas las
princesas Disney de mi generación reúnen muchos (o casi todos) los
patrones de conducta típicos de la mujer dependiente emocional (o
que ama demasiado como me gusta llamarlo en honor al libro “las
mujeres que aman demasiado”).
En esta entrada quiero compartir
aquellos aspectos de “la Sirenita” que, gracias a los ya más de
dos años después de iniciar mi proceso de rehabilitación -como yo
lo llamo-, no me han pasado inadvertidos y he podido identificar
conforme la iba viendo.
En primer lugar, Tritón, el rey del mar, el padre;
es extremadamente protector y patriarcal. Madre ausente
-hay algo peor; una madre de presencia ausente, pero eso es
otro tema-.
El príncipe aparece con nada más y
nada menos que fuegos artificiales de colores, todo lo divertido que
hace Ariel antes de conocerlo es para acercarla a él en la historia,
Ariel no tiene esencia ni personalidad, todas las aventuras tienen
sentido porque hay un príncipe como premio final. Algo así como
esas chicas que sólo salen de marcha para ligar y sino vuelven a
casa llorando y sintiéndose las más cucarachas del lugar (yo lo he
visto).
Los hombres -(en la escena del barco
cuando ella ve a Eric por primera vez)- hacen cosas divertidas que
requieren movimientos dinámicos como correr, saltar o bailar, ella
no puede, no hasta que no intenta enamorarle. El movimiento físico
de Ariel sólo tiene sentido como forma de seducción, no la vemos
nadando a crol, ni a mariposa, la vemos haciendo contorsionismos muy
sensuales.
Los hombres son fuertes y Eric
también, además Eric ha visto mundo. Ella es menuda, flaca y hace
algo bonito como cantar, no sabemos de su inteligencia porque no la
muestra en absoluto. (Sólo canta obviamente para gustarle a él, me
recuerda a la época medieval en que las mujeres aprendían
compostura, canto y poesía).
El enamoramiento. Ariel se enamora de
Eric sólo porque lo ve guapo (típico: llamar enamorarse a lo que es
tenerse ganas) y por lo tierno que es mientras juega con su perro.
Hoy mismo he tuiteado que “enviar fotos con niños, de la infancia
y de mascotas como método de ligue, es la profesión más antigua
del mundo”...
Y claro, la pobre Ariel jamás ha visto
un humano desde tan cerca, algo así como cuando nos enamoramos (mal)
nos fascinamos, nos flasheamos a partir de ahí ya no vemos bien.
Siempre proyectaremos esos fuegos artificiales y esa ternura perruna
que hemos observado, no será real.
Para mayor desgracia de Ariel, el
apuesto Eric está en pleno apogeo febril masculino de sentar la
cabeza y casarse pero claro, no la encuentra, no encuentra a la chica
de sus sueños y Ariel lo escucha todo escondida en un rincón con
esa sonrisa que se nos queda a todas en rebajas después de ver que
solo queda nuestro número de los zapatos que nos encantaban y que no
esperábamos encontrar ya en la vida...
A continuación el príncipe fuerte y
valiente para hacer gala de su hombría pone al anciano del barco a
salvo y ya para que no quepa duda de que es un partidazo, mientras el
barco está en llamas y el pobre Max (el perro) ladra asustado, sin
pensarlo dos veces, Eric va a por él. Es un príncipe muy bravo
porque se juega la vida por rescatar a su perro poniendo la suya
propia en peligro, un acto heroico digno de un príncipe destinado a
enamorar a una princesa dependiente como Ariel.
Desmitificando, ¡qué nos gusta el
drama a las dependientes! ¿por qué es más atractivo un hombre en
presuntos apuros?, ¿por qué es atractivo un hombre atormentado?
Porque no nos queremos y necesitamos a chicos así para reforzar
nuestra autoestima, de nada.
Eric no es un héroe, es un chico
que se ha comportado de forma valiente en un momento extremo y puntual de su vida como un
naufragio. Que muestre afecto por su animal de compañía y por los
seres que le rodean no le convierte en un ser digno de amor al que
entregar toda tu vida cuando tienes 16 años. Que sea bueno no le
hace ipso facto bueno para ti, todos somos buenos, no nos quedemos
con lo bueno y lo mono que es que de eso están los cementerios
llenos. En la vida real seguramente Eric se habría quedado en shock, preso del pánico y nos habría dicho “cariño el perro se va a quemar, llama a los
bomberos...” Lo siento pero salvo a mi padre y a mi mejor amigo no
he conocido a ningún hombre que en un momento grave haya demostrado tener
agallas, pero los habrá seguro...
La dependencia emocional de Ariel es
meridianamente clara, amén de por la estructura familiar que padece ella y con la que
he empezado esta entrada se sabe también por la cancioncilla de amor que le canta a
Eric cuando está inconsciente. Cito frase final “tu mundo es,
quiero formar parte de él”. Estupendo, quiere ser una sumisa que
vive la vida de su príncipe y además se lo canta tan tiernamente
que podría parecer hasta romántico. Pero en la vida real, Eric
habría salido de marcha esa misma noche a celebrar que seguía vivo
y se hubiera besado con cualquier Úrsula que quisiera irse a la cama
con él para festejarlo. Pero no suframos que seguro que aun así y
todo, a Ariel le habría llegado un whatsapp entre las 4 y las 5 de
la madrugada modus “tu voz es lo más especial que he escuchado en
la vida, ninguna chica me había cantado nunca nada”.- Perdonadme,
he cenado sarcasmo.
Es dependiente porque ella sólo quiere
dejar su mundo para estar con el príncipe, el virus Eriquiano (de Eric) ha
comenzado, sólo piensa en él y le preocupa él, a partir de aquí
Ariel ya sólo es alguien que quiere conquistar a otro alguien, ya no
es ella, ya no es.
Su padre, trata de ponerla a salvo
destruyendo todo lo que tiene que ver con ese príncipe humano, es un
padre machista y patriarcal que cree que su hija es indefensa, lerda y que no
sabe enfrentarse a la vida pero tampoco la enseña a como hacerlo.
Simplemente es autoritario y patriarcal. ¿Habéis tenido un novio
chungo en la adolescencia tipo a 3 metros sobre el cielo? Yo sí y me temo que de
nada sirve que a los 16 te intenten apartar del chico malo que no te
conviene prohibiéndotelo porque encontrarás la forma de llegar a él
(y él a ti) aunque suponga vender tu alma a la bruja del mar.
La canción que canta Úrsula cuando le
pide a Ariel que le entregue su voz para enamorar al príncipe es
devastadora. Me parece espeluznante que las niñas de mi generación
escucháramos eso y lo cantáramos alegremente. “A los hombres no
les gustas si les hablas, no siendo que los quieras aburrir”,
“tienes tu hermosura” y “sujeta bien tu lengua y triunfarás”,
“si tú quieres ser feliz un precio tienes que pagar”. Y claro,
que levante la mano la dependiente emocional que no haya pagado el
precio de soportar y aguantar lo insoportable e inaguantable por ser
feliz junto al príncipe... El colmo de la sumisión, sé muda, da
hasta tu voz para enamorarle.
Y se encuentran por fin, Eric está con
Max pensando en su princesa cantarina y cuando se ven y ella trata de
explicarle por qué no tiene voz él dice las palabras mágicas que
toda dependiente quiere escuchar “caray, has tenido que pasarlo muy
mal, tranquila, yo voy a ayudarte”. Porque no os equivoquéis, nos
prostituimos emocionalmente porque en el fondo queremos que nos
salven, salvamos para ser salvadas. -En este tiempo entendí muy bien
que de lo único que debía salvarme a mí misma es de la idea de que
necesito ser salvada.
Y aquí llega lo que más me gusta, la
catástrofe de llegar muerta de hambre (como sinónimo de super
necesitada a una primera cita). Ariel está tan histérica y
preocupada por gustarle que se pasa todo el primer día que van de
excursión haciendo el ridículo, con cara de bobalicona porque no ha
visto el mundo sola ni sabe lo que es y claro, está desbordada por
la situación por ello es importante hacer muchas cosas sola y
conocer muchas cosas, no esperar a que nadie te descubra el mundo, no
lo necesitas, puedes hacerlo sola, te lo juro no va a pasarte nada. Cuantas más cosas hagas por ti misma más difícil será que te impresiones fácilmente por una cena en un sitio bonito, un teatro o un paseo en tándem...
A puntito de besarse se quedan por
esperar ella en su faceta de hacerse la muerta a que él le dé un
beso. Las princesas Disney no son proactivas sexualmente. Pero la ingenuidad de Ariel no conoce límites porque cree que
sólo por haber pasado un día maravilloso con ella, el príncipe,
siente algo y va a casarse con ella, la puñalada ocurre cuando lo ve
con otra de la noche a la mañana. Buenos días Ariel, así son los
príncipes. Si fuéramos amigas te diría que hagas terapia y pases
de Eric porque aunque te ponga el anillo lo vuestro tiene para mí un
año y medio vista de fecha de caducidad. En primer lugar porque no te conoces ni sabes quien eres, en segundo porque has
pasado de que te controle papá a depender de tu novio y eso no es
bien aunque siga de moda y en tercero porque te has unido a su mundo a ciegas y sin
mirar que has pagado el precio de no ver nunca más a tu familia, ni
tu casa, ni a tus hermanas, ni amigos. Ningún chico que te quiera
(bien) te quitará eso si lo hace es un príncipe disney, sal
corriendo.