Os
hablo oculto desde un rincón oscuro del armario de la niña a
la que pertenezco.
Quisiera
contar mi historia para no caer en el olvido...
Era
un 14 de febrero de 2005, fui entregado por un niño que decidió no
crecer a una niña de risueña sonrisa, más apagada por aquél
entonces y más carente de la inocencia con la que el niño la
conoció.
Para ella yo fui el
primero, la niña nunca tuvo un regalo de San Valentín hasta
entonces. Yo lo supe por el temblor de su voz, el rubor de sus
mejillas y si el niño se hubiera fijado; habría visto en los
ojos de ella, unas tímidas lágrimas de emoción que con candor
trataba de ocultar tras el papel que me envolvía. Pero al niño
se le escapó todo eso por ser yo para él una experiencia ya
vivida...
La
niña de risueña sonrisa me amaba: me otorgó un sitio siempre a la
vista en su habitación y cuando me miraba sonreía... Por
las noches me abrazaba y dormía conmigo. Yo, por mi parte, era muy
consciente de lo feliz que la hacía...
Pero pasados unos
meses, la sonrisa que yo le provocaba se tornó llanto al
verme, ya no me abrazaba por las noches pues yo sólo le hacía
daño...
A
veces oía a sus amigos mirarme y decir "tienes que deshacerte
de él"
y
ella llorosa decía "no puedo"... yo temía por qué
pasaría conmigo y no podía comprender cuál era el problema...
De pronto un día la
vi transformada en una niña de ojos tristes, nos cogió a mí y al
papel que me envolvía y nos escondió en un recóndito lugar de su
armario sin mediar palabra. Lugar dónde todavía estoy y me
entristezco pensando que la niña y el niño se olvidaron de mí...
Un
año más tarde, la niña miró con los ojos tristes que ya la
caracterizaban hacia mi rincón sin tener valor de tocarme... me miró
con una nostalgia que yo sentía le resquebrajaba el pecho y lloró.
La oigo llorar
puntualmente todas las noches, pero nunca me abraza para consolarse.
Susurra el nombre del que fue su niño y sigue llorando pensando que
él nos olvidó hace mucho tiempo ya a ella y a mí. Sabe que hemos
sido sustituídos, pero yo, como regalo, tengo por seguro que no
importa lo que haya pasado pues nunca ninguna niña podrá alegrarse
tanto de recibirme a mí como regalo, de manos de ese niño aún por
miles de distintos regalos que haga en toda su vida...
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