sábado, 24 de enero de 2015

Morir de amor

Acabo de meter mi fantasma en mi cuerpo y mente actuales para pedirle al tuyo que se vaya al Ares que es la nueva mierda.
Todo es mentira, nada de lo que dices tiene que ver conmigo. Tu obra ha terminado, tienes que marcharte. Te despido en el lugar donde comenzaste tu crímen casi perfecto. Llévate todas las cosas que dices que aquí ya no tienen nada que hacer. No te olvides nada que voy a prender fuego a las escaleras y a demoler el edificio. Estás mintiendo y no puedes evitarlo porque estás enfermo y por eso eres un fantasma, porque estás muerto por dentro y eso no tiene cura de amor que valga y yo lo sabía, lo sé y lo sabré. Pero el mal adopta las formas que necesitamos ver para tentarnos.
Sabía que no se puede restaurar un retrato lleno de gusanos y putrefacción pero lo intenté pintándolo con purpurina de polvo de hadas porque la tengo desde que nací y la carcoma vino a por mí. La dejé actuar rápidamente y se adueñó de mi cuerpo. El plan era no dormir como antes nunca más y la lección era que lo hiciste para darme una lección. Me quitaste a alguien a quien amaba sembrando de sal toda reconciliación posible. Cuando alguien está podrido hace eso, va sembrando mal karma por todas partes y quemándolo todo a su paso.

No puedo negar que estoy enferma desde entonces y que sangro letras desde dentro a las manos. Acabo de vomitar toda tu felicidad mientras escucho a Mozart y sólo deseo que haya justicia para los dos y yo no le tengo ningún miedo, sé que puedes entender esto último.
Me estoy curando los agujeros que me hice en la cura de tu enfermedad y el espejo de la mía. Aun siento el veneno que me clavaste con los colmillos aunque no quisieras, porque nada bueno sabe salir de una boca dueña de una mente enferma y un alma perdida.
Los estoy llenando de luz, de una luz tan pura en la que tú no pintas nada porque ni siquiera pudiste ver el retrato que hice de ti antes de su corrupción. Hace mucho que te quedaste ciego y por eso te di mis ojos y aun así no supiste cómo miraban. Tu misión es no poder ver más allá de las bragas de Pucca tres mil porque tienes algo entre las piernas que se rifan todas a la puerta del local como las niñas una piruleta que llevarse a la boca. Sé quién compra todas las papeletas y sólo siento un amor infinito por mi capacidad de poder haber amado a personas tan viles como vosotros.
Entre todas tus falacias rescato la verdad de que eras sólo una sombra a mi lado, la misma que ahora se te lleva por necio cuando pudiste ser luz y elegiste no ser nada.

Tienes que volver al lugar de donde vienes, ya no estás aquí y yo ya me he ido. Voy a ver marchar tu alma de pie, no tengo luz para ti porque me la llevo toda conmigo escaleras arriba. Ahí está la puerta. Los encapuchados de negro vienen a buscarte y yo ya he llamado el ascensor para ascender sobre esto mientras vuelves a tu inframundo de crapulismo.

Voy a curarme, voy hacia ello a rastras cuando no puedo y de pie cuando puedo. Cuando me caigo gateo porque tengo la fuerza en mí y por eso me la quisiste robar mientras dormía desnuda al lado del retrato que tenía de ti. Voy a subir tumbada y medio muerta y voy a curarme aunque sea lo último que haga antes de dormir para siempre.
Me llevo todo el amor que desprendo y que he regalado al contenedor amarillo de tu alma de plástico vil. Voy a usarlo para brillar tanto que vas a desaparecer en la oscuridad y no me vas a hacer más daño en toda tu existencia ni en la mía.
Debí ver que no se puede salvar un alma tan envenenada pero no pude ver con tanta luz que irradié por amar por encima de todas tus oscuras Otras y oscuridades.
Soy culpable de haber amado por encima de mí tanto como odio ahora. Pero estoy dejando de odiar porque ahí no hay nada bueno, eso es para ti, el odio es cosa tuya. Lo mío es el amor porque tengo un corazón y puedo darlo, romperlo y recomponerlo. Tú no tienes corazón y por eso nunca podrás darlo, es la maldición que quise romper amando y que es Imperdonable e indestructible.  Tienes la vileza del que sabe follar mentes porque la suya está jodida.
Soy responsable de mis agujeros porque me fui a por ellos para salvarte, me di por entero a tu carcoma para que te quedara algo donde vivir. No olvides contarlo mirándote las manos con el cabello cano.
He querido a morir porque soy amor y lo sabías y por eso te has esforzado en apagarme desde que dijiste: “veo tu luz y la quiero muy cerca de mí, no quiero dejarte escapar”. Cuando alguien ama comprende, perdona y suelta. Quién no sabe que es el amor no puede hacer eso.
He vivenciado cada recuerdo sabiendo adónde iba a parar después mi alma. Sabía que iba a morir por esto y desde que hemos muerto, aunque destrozada, cada día me siento más viva.

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