domingo, 28 de diciembre de 2014

Bocanadas de silencio

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte siempre me enseña cosas.
Tengo la capa de invisibilidad para saber desaparecer. Llevo años haciéndolo, sé cómo usarla, sólo he de hacerlo.
Tengo la Piedra de Resurrección para hablar con él desde que no está.
Tengo la Varita Invencible desde hace tres años pero me la dejé antes de emprender el viaje. Lo hice adrede. No quise usarla, me fui a vivir a muerte.
Viví y sólo guardo en el corazón una víbora que me mordió meses más tarde y varias hermanas. Aún supuro veneno de serpiente. Me llevé mucho amor y un trauma en mi huida.
Tuve que escaparme. ¿Habéis tirado los restos de un sueño de infancia por la ventana y vuestras maletas por las escaleras? Sabe a pepino amargo. Sabe a pesadillas en las que aun pueden hacerme daño viviendo en esa casa. Sabe a no poder escapar, a estar atrapada.
Me escapé para salvarme, hacia delante sin pensar en qué me había pasado allí porque fue horrible. Juré guardar silencio. Aún hoy me avergüenza todo lo que consentí y no puedo hablar de ello sin llorar.
Volví al mar, al sol. Me enamoré a los tres días de vuelta con el corazón en la UCI, como me fui a vivir, a muerte.
Me lanzó una Maldición Imperdonable; una mirada y una sonrisa suya y me hizo una cicatriz para recordarme que yo era suya cuando él quisiera y sobreviví. Fue un milagro, ni Voldemort sabe cuántas ha matado. Las he visto morir; rubias y morenas, altas y bajas, bonitas y feas, desconocidas, conocidas y ella. Ella era mi amiga... Pero llevo la cicatriz bien esculpida y a veces me parte la cabeza y otras el alma porque sólo yo puedo escucharle por dentro. Sobreviví y me fui hacia delante, sin pensar. Viéndolas morir como muñecas de trapo de Halloween anunciándome el futuro y me fui a por él sin la Varita Invencible por haber sobrevivido, por soberbia, por amor.
Entonces escuché la profecía en mi cabeza: "al final sólo puede quedar uno con vida" y os prometo que algo de él vivió dentro de mí y algo de mí dentro de él y que nos lo hemos bebido y vivido casi todo en estos meses.
Por ello hablamos pársel y estamos conectados, además de por otras cosas. Llevo ocho meses destruyendo sus horrocruxes, pero todos también me cuestan partes de mí y cada vez me siento más débil antes de la batalla final. Falta muy poco.
Si hubiera librado la batalla antes no habría muertos, pero no he podido, ni he querido. Los habrá.
En la película es esencial que Voldemort mate a Harry Potter y en la mía voy a daros a Marilyn Monroe.
Es necesario tener un corazón dispuesto a nacer y morir muchas veces para librarse de apegos. Voy a morir para nacer, no sé cuando volveré a la vida sólo que voy a morirme y será hermoso.
Soy el último horrocrux de su alma, el que no quería crear y se creó sin que él pudiera evitarlo y ahora sólo puedo acabar conmigo para acabar con él.
Espero que el final que voy a escribir sea como el de la película y así sólo muera de mí la parte que él ha creado, la que yo he amado y todo lo que he soñado en la oclumancia que él domina y yo no. El control mental es mi punto débil, ha entrado en todas partes con un requiereme letal. No pude gritar protego mientras me leía la mente. Lo llamé amor.
No me entristece poner fin a la saga, llevo siete libros por horocruxes, por kilos, por vinos, por cigarros multiplicado por besos dividido por nada.
Hace años que escribo y por eso sé que el final sólo puedo crearlo yo porque nos he creado en una huida y una vuelta. Tal y como moriremos cuando yo deje de ser Ariane y le dé a Mr. Flannagan a Marilyn Monroe en Misfits.

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