Que sí. Que la canción es una castaña
y una defunción del buen gusto musical pero me gusta.
Que me recuerda a mi historia, que veo
a mi niña interior en el vídeo cuando le pone ojos de cachorra abandonada y que le veo a él y que con
distancia veo lo que hicimos. Lo que nos hicimos.
Que estábamos en una jaula como
bestias, que la niña es fuerte y tiene la piel dura, gruesa y un
corazón elástico pero él le dobla la edad y la fuerza bruta.
Que hay ternura a veces porque son
actores de tres minutos. Que veo lo que me hizo en las piernas, lo
que le hice en la cara.
Que esta canción cuenta mi historia de
amor y punto. Que si nadie entiende como caí, me enredé y me arrojó
al suelo no me importa. Que si no veis lo que me hizo en sus brazos
no sabéis nada del dolor del que sabe la verdad cuando le mienten y ama a lo kamikhaze.
Que caí así y me levanté. Que
hicimos tantas piruetas que me pasé diez días en coma y dos
vomitando su veneno.
Que somos nosotros desnudos aunque
nadie lo entienda, que la niña es para el hombre, no para la bestia
cuando me muestra las fauces y voy a morderle la boca.
Que cuando caí al suelo se tumbó a mi
lado y así pudo vencer su batalla. Que me colgó de su cuello boca
abajo y no pude escaparme ni quise y nos abrazamos hasta matarnos.
Que lo llevé de la mano hasta decir
adiós.
Que sólo fuera de la jaula estuve a
salvo. Que al final cuando se fue la luz me corté el brazo para
soltarme de su mano, por si acaso había cogido, como lo hizo, un
poco más de la cuenta.
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