Hacía casi un año desde la ruptura
con su primer novio. Catrice había sufrido mucho ya que él le había
sido infiel hasta el extremo, pero lo peor fueron los cuernos con su
mejor amiga Shoshana en navidades. Él la había maltratado
psicológicamente durante toda la relación y ella se había dejado
llamándolo “amor”.
El médico le recetó ansiolíticos.
padecía ataques de ansiedad, pánico y agorafobia desde que se
acabó. Sólo la calmaba comer y ni siquiera la apaciguaba del todo
hacer eso. Engordó veintitrés kilos en cuatro meses de verano entre la
cortisona y los atracones compulsivos. Le importaba poco porque no
salía de casa si no era para ir a clase. Sentía asco de sí misma y
miedo de todas las personas que la rodeaban por si volvían a hacerle
lo mismo.
Al cumplirse casi un año de esto se
animó a intentar perder peso y quiso la fortuna que a las dos
semanas de esta saludable decisión, conociera a un chico. El chico
era amigo íntimo del novio de su mejor amiga y se había fijado en
ella contra todo pronóstico.
Su mejor amiga y la pareja de ella
reforzaron el hecho de que salir de casa era buena idea y que era tan
buena que alguien diferente se había interesado en ella.
Se vieron un par de veces en grupo y
flirteaban, Catrice había dejado las pastillas hacía poco pero aun
estaba muy triste por todo lo sucedido. Al final nadie olvida un
primer amor, sea como sea.
Pasado un tiempo, unas cuantas citas
grupales y varios mensajes de texto al móvil,-(no había whatsapp en
el año de este cuento)-. Su mejor amiga y su novio sugirieron a
Catrice ir a comer al restaurante que regentaba el padre del
aspirante a príncipe y al terminar su turno laboral organizar una
cita más íntima los cuatro.
La joven Catrice de diecisiete años
decidió comprarse ropa y estaba contenta, hacía mucho que no hacía
algo así. Tuvo que enfrentarse a que la dependienta le dijera que no
había pantalones de su talla siendo su talla una 44 en aquellos
tiempos. Ella se animó a sí misma y se dijo que estaba cumpliendo
su dieta, que era temporal y que tal vez en otra tienda habría algo
para ella.
Total que se compró unos pantalones
negros (porque el negro disimula), una camisa negra y unos zapatos de
tacón, siempre iba en tacones, le encantaban. No vestía de color
porque pensaba que la haría parecer más gorda pero se permitió
ponerse sobre la camisa negra, una camiseta de cuello pico y de rayas
blancas y negras horizontales porque nadie le había dicho aún que
“las rayas horizontales hacen gorda” y las camisetas cortas
“sacan barriga”.
Estaba tan ilusionada que se arregló
la melena rubia hermosamente y no escatimó en maquillaje ni en
brillo de labios, tampoco en perfume, ni se le olvidó llevarse una
pequeña muestra para echarse más perfume más tarde y chicles de los de
enrollarse cuando tienes 17 años.
El aspirante a príncipe era mayor que
ella, unos cinco años y tenía muchas cosas que su ex-pareja no
tenía: como un trabajo fijo, coche y antecedentes penales. Pero, qué
sabía Catrice.
Durante la comida Catrice apenas probó
bocado por si se manchaba la ropa y por los nervios. Era el día y hacía
mucho que no se dejaba querer por nadie. Estas cosas son muy
importantes cuando eres joven.
Las chicas se fueron al coche a esperar
a los chicos. Volvió sólo y solo, el novio de su mejor amiga. Ésta,
leyendo la mente a Catrice preguntó.
-¿Y David, va con su coche a casa?
Catrice se dio cuenta de que el novio
de su amiga la miró incómodo fugazmente.
-Dice que no va a venir-respondió
subiendo al coche.
-¿Y eso? Preguntó su amiga.
Entonces él se giró y mirando a
Catrice muy serio le dijo.
-Se ha asustado.
-¿De mí? ¿qué he hecho yo?-preguntó
Catrice triste.
-No a ver... Yo le he dicho: “¿no te
gusta la chavala, no te liarías con ella?” y él me ha dicho: “qué
va tío, no. No quiero liarme con ella porque es una gorda, es bajar
de nivel... ¿Qué dirán de mí en la plaza si me ven aparecer con
una gorda, es que no es la cara, es el cuerpo tío, está muy gorda”.
Catrice sintió ganas de encerrarse el
resto del día en su casa y recordó porque no salía de ahí ni
hablaba con chicos desde lo de su ex. De vuelta a casa le dijo a su
mejor amiga:
-¿Ves como yo tenía razón? Nunca les
he gustado a los chicos porque estoy gorda y si se acercan a mí es
por amistad, siempre se avergüenzan de mí.
-Bueno... Ya sabes como son estos
chicos que las quieren modelos, tú pasa...
Y ella pensó muy fuerte:“y yo nunca
lo seré y voy a llorar mucho por esto en cuanto suba a casa”.
Subió a casa y su padre la recibió en
la puerta, le dijo que estaba muy elegante y le dio un abrazo, ella
se echó a llorar y su padre le repitió lo de siempre.
-Nemesia, -(así es como la llamaba)-
¿no recuerdas tu película favorita qué dice? -le secó las
lágrimas-. ¿Qué canta la señora Pots en la Bella y la Bestia?
-La belleza está en el interior.-hipó.
-Pues por eso no tienes que llorar,
tienes un corazón de oro y cuando seas mayor te darás cuenta de que
los chicos valoran otras cosas.
-Ya soy mayor.-replicó enfadada.
-Bueeeno pues más mayor que ahora.
Ahora los chicos no piensan a esta edad, están atontados con sus
motos y sus gameboys y cuando seas mayor ya verás como valoran otras cosas.
[…]
La (des)gracia de trabajar cara al
público es que te encuentras con gente que no has visto en tu vida y
gente a la que no quieres volver a ver en tu vida pero que decide
venir a comprar a tu tienda.
Este joven -ya no tan joven- entró con
su pareja y un cochecito de bebé con niñita adorable a bordo.
Él no me reconoció y yo fingí no
haberle visto antes en la vida.
Me miraba como si yo le resultara
familiar, pero no se animó a decirme nada. De seguro para él no
debió ser importante juzgar a una chica así. Me sentí tentada a
decir algo pero creo que la madre de su hijo habría alucinado. Al
final hace muchísimos años y para él debió de ser una tontería.
Yo sin embargo no he olvidado cuán desgraciada y desafortunada puede
ser la gente.
Ojalá él hubiera sido el único que me dijera cosas así, pero
no. Me flipa el argumento de estos seres: “no, es una gorda”. Es
doloroso provocar rechazo con la existencia física de uno ya que mi
cuerpo es donde vivo y no puedo tener otro.
Creo que todo lo que nos pasa en la
vida son pruebas y lecciones, esta persona me enseña como no quiero ser.
Deseo que a la hija que ahora tiene
nadie le diga lo mismo que él me dijo y que como padre no tenga que
verla llorar por tamaña maldad.